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Reflexión II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia

abril 27

🕊️ Domingo de la Divina Misericordia: “Paz a vosotros”

Evangelio: Juan 20,19-31


📖 Reflexión

La celebración de este segundo domingo de Pascua, instituido por San Juan Pablo II como Domingo de la Divina Misericordia, nos sitúa en el corazón del misterio pascual: Cristo resucitado, vencedor de la muerte, se hace presente en medio del miedo y la duda para ofrecer el don más necesario: la paz y el perdón.

✨ 1. El Resucitado entra en nuestros encierros

Los discípulos están reunidos “con las puertas cerradas por miedo”. Es un símbolo poderoso de la condición humana: muchas veces también nosotros vivimos encerrados por miedo, por culpa, por incertidumbre o por heridas que aún no han sanado. Pero Jesús no necesita puertas abiertas para entrar. Su misericordia es más fuerte que nuestros bloqueos. Él entra, se pone en medio y nos regala la paz.

“Paz a vosotros”. No es solo un saludo: es un don pascual, es la presencia viva de Cristo que sana, consuela y renueva.

✝️ 2. Las heridas gloriosas: signos del amor

Jesús no esconde sus heridas. Las muestra. Sus llagas no son ya signo de fracaso, sino de victoria; no son señal de debilidad, sino de amor que ha vencido al odio y al pecado.

Y precisamente en sus llagas, Tomás encuentra la fe. Es como si Jesús le dijera: “Si tienes dudas, toca mis heridas; allí encontrarás la respuesta”. La misericordia brota de las llagas del Resucitado.

Y cuando Tomás toca, ya no necesita más pruebas: solo puede exclamar con fe renovada y madura: “¡Señor mío y Dios mío!”

🙌 3. La misión confiada a los discípulos: perdonar

El Resucitado no solo da paz, sino que confía una misión: “Recibid el Espíritu Santo… a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”.
Aquí nace el ministerio de la Reconciliación, un sacramento que es expresión concreta de la Divina Misericordia. La Iglesia está llamada a ser el lugar donde las puertas no se cierran al pecador, sino que se abren de par en par al que busca volver.

En este día, la liturgia nos recuerda que el mayor signo de la Resurrección es el perdón. Y por eso la misericordia no es una opción ni una devoción secundaria, sino el corazón mismo del Evangelio.

🔥 4. El poder del testimonio: signos y prodigios

La primera lectura del libro de los Hechos (5,12-16) nos muestra que la Iglesia primitiva, transformada por la experiencia pascual, irradia poder sanador. La sombra de Pedro sana, los enfermos son curados, los poseídos quedan libres. ¿Por qué? Porque donde hay verdadera fe en el Resucitado, la misericordia se vuelve visible y activa.

La comunidad cristiana no puede ser una Iglesia cerrada ni temerosa: está llamada a irradiar el poder del amor que transforma, consuela y sana.


🌱 Aplicación para la vida

  • ¿Qué puertas cerradas necesita atravesar hoy Jesús en tu vida?

  • ¿Te atreves a mirar y tocar las llagas de Cristo… y las del hermano?

  • ¿Reconoces que tu fe vive no solo de pruebas, sino de confianza en la Palabra del Señor?

  • ¿Eres testigo de la misericordia de Dios en tu entorno?


🕯️ Conclusión

El Domingo de la Divina Misericordia no es solo una fecha bonita en el calendario litúrgico. Es una llamada urgente a confiar en el amor que sana, a abrir nuestras puertas cerradas, y a permitir que Jesús nos diga una vez más:

“Paz a vosotros”… y que esa paz no se quede en nosotros, sino que se vuelva misericordia en acción para el mundo.

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Detalles

Fecha:
abril 27
Categorías del Evento:
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