🌿 Lunes Santo – Encuentro Espiritual: El perfume del amor que transforma

Isaías 42,1-7 • Salmo 26 • Juan 12,1-11

En este inicio de la Semana Santa, la Palabra nos envuelve en una atmósfera silenciosa pero intensa. Todo está a punto de suceder, y sin embargo, el Evangelio no empieza con el bullicio de una ciudad, sino con la intimidad de una casa, una mesa, unos amigos.

💠 “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco…” (Is 42,1)

El siervo anunciado por Isaías es humilde, firme y lleno de Espíritu. No levanta la voz, no rompe la caña cascada, no apaga la mecha vacilante. Es el retrato del amor que sabe esperar, acompañar, sostener. Un amor paciente y restaurador.

Jesús es ese siervo. Y lo vemos en Betania, en casa de amigos, en el Evangelio de san Juan. Allí no se le aplaude, no se le vitorea. Allí se le unge.

✨ “María tomó una libra de perfume de nardo… y ungió a Jesús los pies.” (Jn 12,3)

Este gesto de María es una profecía silenciosa. No habla, pero dice más que mil palabras. El perfume del amor gratuito, desbordante, costoso, lo inunda todo. María ha comprendido, con el corazón, lo que otros aún no entienden: que Jesús va hacia la entrega total, y ella lo acompaña con delicadeza, con ternura anticipada.

Ungir los pies de Jesús es reconocer su camino hacia el sacrificio, y decirle: “No estás solo”. Es amor que consuela antes del sufrimiento. Es belleza que resiste la traición.

😔 Judas, por su parte, representa el cálculo, la frialdad, la lógica sin alma. Él habla de los pobres, pero sin corazón. Jesús responde con una ternura firme: “Déjala…”. Porque hay gestos de amor que sólo se entienden desde la cruz.

🕊️ Para meditar en oración:

• ¿Qué tipo de amor ofrezco a Jesús? ¿Uno calculado o uno desbordante, como el de María?

• ¿Estoy dispuesto a permanecer junto a Él no solo en la gloria, sino también en la entrega y el sufrimiento?

• ¿Quiénes son hoy los “cautivos en la oscuridad” a quienes puedo llevar la luz del siervo de Dios?

🙏 Oración final:

Señor Jesús, en este Lunes Santo, quiero acercarme a Ti como María en Betania. No con palabras vacías, sino con el perfume de un amor sincero. Enséñame a reconocer tu paso humilde en mi vida y a acompañarte con gestos concretos de ternura y fe. Hazme discípulo que escuche en el silencio, que actúe con amor, y que sepa ungir tu Cuerpo herido en los pobres, los olvidados y los que sufren. Amén.