Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la confianza en Dios y la necesidad de construir nuestras vidas sobre fundamentos sólidos y duraderos. En la primera lectura, el profeta Isaías nos presenta una imagen de una ciudad fuerte, símbolo de seguridad y salvación, donde habita un pueblo justo que confía en el Señor. Esta confianza se manifiesta en la paz que experimentan aquellos que siguen la lealtad y la justicia.
El salmo refuerza esta idea al recordar que es mejor refugiarse en el Señor que en los hombres. La salvación y la prosperidad provienen de Dios, y aquellos que entran por la puerta del Señor son los vencedores que experimentan su gracia. Este acto de agradecimiento y reconocimiento de la misericordia divina es fundamental para nuestra vida espiritual.
Finalmente, en el evangelio de Mateo, Jesús nos advierte que no basta con llamarlo «Señor», sino que debemos poner en práctica su palabra. La parábola de las dos casas —una construida sobre roca y la otra sobre arena— ilustra la importancia de la acción y la obediencia a la voluntad de Dios. Aquellos que escuchan y actúan en consecuencia se mantienen firmes ante las adversidades, mientras que quienes ignoran su mensaje enfrentan la ruina, estas lecturas nos enseñan que la verdadera fortaleza y estabilidad en nuestras vidas provienen de una relación activa y confiada con Dios. Al construir nuestras vidas sobre la roca de su palabra y su voluntad, encontramos paz, salvación y la capacidad de resistir las tormentas de la vida. En tiempos de incertidumbre, es fundamental recordar que Dios es nuestro refugio y fortaleza, y que nuestra respuesta a su llamado debe ser firme y decidida.
Por: Silvano Anacona Ultengo.