Lectio Divina para el Evangelio de San Mateo 5, 1-12
1. Lectura (Lectio)
Leemos el pasaje lentamente, tratando de captar cada palabra y mensaje que Jesús quiere transmitirnos. Nos encontramos en el comienzo del Sermón de la Montaña, donde Jesús pronuncia las bienaventuranzas. Estas palabras son una invitación a vivir de manera contracultural, acogiendo el Reino de Dios desde una actitud de humildad, mansedumbre y búsqueda de justicia.
- Texto: Mateo 5, 1-12
“Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos…”
2. Meditación (Meditatio)
Reflexionamos sobre el texto. Nos preguntamos qué quiere decirnos Dios a través de estas palabras y cómo resuenan en nuestro corazón hoy. Podemos meditar en cada bienaventuranza y descubrir la riqueza de cada promesa:
- Pobreza de espíritu: La humildad de reconocer nuestra necesidad de Dios. ¿Cuánto confío en Él y en su providencia?
- Mansedumbre: ¿Cómo reacciono ante los momentos de tensión y dificultad?
- Los que lloran: ¿Ofrezco mi dolor al Señor con confianza, sabiendo que Él me consuela?
- Los misericordiosos: ¿Soy capaz de perdonar y tener compasión hacia los demás?
- Los limpios de corazón: ¿Hay pureza y transparencia en mis intenciones y acciones?
Tomamos un momento para escuchar lo que Dios nos dice en cada bienaventuranza y permitir que nos cuestione, consuele o inspire.
3. Oración (Oratio)
Respondemos al Señor con una oración sincera. Dialogamos con Él desde nuestro corazón, expresando nuestras emociones, deseos y necesidades:
Señor Jesús, me invitas a un camino de humildad y amor, a ser pobre de espíritu, manso y compasivo. Quiero abrir mi corazón a tu enseñanza y ser capaz de vivir de acuerdo a tu palabra. Ayúdame a ser un trabajador de paz y a buscar siempre tu justicia. Hazme limpio de corazón, para poder verte en cada hermano y situación de mi vida. Amén.
4. Contemplación (Contemplatio)
Nos quedamos en silencio, en presencia de Dios, permitiendo que su Palabra penetre en lo más profundo de nuestro ser. Sin necesidad de decir o hacer nada, simplemente nos dejamos llenar por el mensaje de las bienaventuranzas, acogiendo la promesa del Reino en nuestro corazón.
- Frase para contemplar: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
5. Acción (Actio)
Después de haber reflexionado y orado, nos preguntamos: ¿Qué puedo hacer hoy para vivir una de estas bienaventuranzas en mi vida cotidiana? Puede ser un pequeño gesto de misericordia, una palabra de paz, o un acto de humildad. Nos comprometemos a llevar el Evangelio a nuestras acciones diarias.
Propósito: Hoy buscaré ser un trabajador de paz, escuchando y ofreciendo una palabra de reconciliación a aquellos que me rodean.