Homilía del P. Gregory Gay en Folleville en el segundo día del triduo.

Homilía del P. Gregory Gay en Folleville en el segundo día del triduo.

Folleville, 29 de abril de 2025; En el marco de la celebración por los 400 años de la Congregación de la Misión, el Padre Gregory Gay, CM, antiguo Superior General, presidió la Eucaristía del tercer día del Triduo Jubilar en la histórica iglesia de Folleville. Su homilía fue una profunda reflexión sobre el camino recorrido y el futuro que se abre para la Familia Vicentina al comenzar su quinto siglo de servicio y evangelización.

Inspirado en las lecturas del día, especialmente en los Hechos de los Apóstoles y el Evangelio de Mateo, el P. Gregory resaltó que la misión vicentina sigue siendo un camino en salida, un llamado a recorrer las realidades del mundo como lo hizo Jesús, movido por la compasión. “El evangelio nos recuerda que Jesús recorría… y al ver la muchedumbre, sentía compasión”, señaló, invitando a los cohermanos y laicos a salir de la comodidad para ver, conocer y actuar frente a las pobrezas actuales.

Uno de los momentos más significativos de la homilía fue la referencia al Papa Francisco, recientemente fallecido, a quien el P. Gregory describió como un hombre con la firmeza de Pedro en Pentecostés: “Su predicación profética desafió no solo estructuras externas, sino también internas de la Iglesia”. Destacó cómo el Santo Padre mostró, al estilo de Cristo, el rostro humano de la fe y nos animó a ser Buena Noticia para los pobres.

El P. Gregory recordó con fuerza las raíces del carisma vicentino en Folleville y Châtillon en 1617, donde Vicente de Paúl vivió una verdadera conversión al experimentar el dolor del pueblo. “Si queremos renovar nuestro carisma, debemos sentir la realidad de los que servimos, no solo con sentimientos, sino con acciones que promuevan su dignidad”, afirmó.

También lanzó un llamado a revisar las estructuras de la Congregación que, en algunos casos, pueden convertirse en obstáculos para vivir una auténtica vocación misionera internacional. “¿Estamos más enfocados en conservar lo que tenemos o en responder al dinamismo del Espíritu?”, preguntó con franqueza.

En relación con la juventud, enfatizó que lo que atrae a los jóvenes no es la estabilidad sino la misión. Invitó a darles oportunidades concretas de encuentro con los pobres para encender en ellos el fuego del carisma vicentino.

Finalmente, llamó a toda la Familia Vicentina a vivir este año jubilar con espíritu sinodal, escuchando al Espíritu, a los cohermanos, a los laicos y, sobre todo, al grito de los pobres. “Somos comunidad para la misión, no solo para los pobres, sino con los pobres”, concluyó.

Homilía completa:

Considerando el contexto de nuestra celebración de los 400 años de la fundación de la Congregación de la Misión, hay unas palabras claves de las lecturas que hemos escuchado, en la cual podemos enfocarnos para percibir lo que el Espíritu de Dios quiere decirnos hoy en día, como miembros de la Congregación y como miembros de la Familia Vicentina.

En la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles, el contexto es Pentecostés, el día en que el Espíritu del Señor Resucitado tocó el corazón de Pedro y sus compañeros, dándoles la capacidad de hablar con fuerza, con coraje a una experiencia fresca en el corazón y la mente de ellos. El hecho de que el Señor y Salvador del mundo fue matado porque estaban en oposición de su enseñanza del Reino de Dios. Los apóstoles estaban defendiendo no solamente a Jesucristo sino Su mensaje del Reino de Dios.

Esta lectura es lo que nosotros habíamos reflexionado el lunes de la Resurrección, el mismo día en que falleció el Papa Francisco, en un sentido profético porque esta firmeza con la cual habló Pedro y sus compañeros, es la misma firmeza que se manifestó en las prédicas del Papa Francisco. La firmeza de confrontar situaciones con el deseo de renovar nuestra iglesia, provocando a veces mucha oposición y lastimosamente, no solamente en las esferas civiles también, dentro de la iglesia.

El papa Francisco era un reto para personas tradicionalistas, porque él fue señalando, igual como Jesucristo, el aspecto humano de nuestra fe, que a veces está ausente en algunas de nuestras tradiciones.

El evangelio de hoy, está dirigido a los discípulos misioneros de aquel tiempo y obviamente a los discípulos misioneros de nuestro tiempo. La palabra clave es: “recorría”, Jesús recorría para enseñar, proclamar la palabra del evangelio del reino y curar. Es una acción en salida. Estamos invitados a salir de nuestras zonas de confort para ir a las periferias de nuestro mundo, a la gente más necesitada del amor, de la compasión, de la presencia de los que manifestan una solidaridad con ellos.

Continuando con el evangelio dice que: “al ver la muchedumbre Jesús tenía compasión”. ¡Al ver!: Jesús experimentaba la realidad en la cual vivía la gente. En mi experiencia, la Iglesia de América Latina trabaja con seriedad en hacer ver la realidad del pueblo. Basándose en la doctrina de la Iglesia del Vaticano II, la iglesia de América Latina fue una de las pocas que continuamente relacionaba la doctrina con la realidad. Y no solamente una vez, pero cada cuantos años fue reevaluando la vivencia de la fe a la luz de la realidad que el Pueblo de Dios estaba viviendo.

Creo que es suficiente decir que el reto para nosotros y la familia Vicentina, en el marco de los 400 años, es de ver, conocer a profundidad y analizar la realidad en la cual vive nuestra gente. 

Esta experiencia de la realidad de los pobres, es lo que inspiró a san Vicente a fundar la Congregación con la experiencia de Foleville, 25 de enero de 1617 y unos ocho meses más tarde, en Chatillon. El dolor del pueblo, provocó en Vicente una verdadera conversión. Mis hermanos, si estamos por renovar lo que es nuestro Carisma, tenemos que sentir la realidad de los que estamos sirviendo, no solamente con sentimientos sino con acciones que promuevan su dignidad como hijos predilectos del Señor.   

La palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre nuestra condición de ser discípulos misioneros; si estamos dispuestos a ir donde hay necesidad, donde la Madre Iglesia nos invita, tal como lo hizo San Vicente, quien animó a los cohermanos de “ir hasta la India”, o sea, donde están los más abandonados.

Tenemos que preguntarnos: ¿si estamos dispuestos a ir?, ¿si estamos dispuestos a unirnos con esta Iglesia en salida?

He tenido conversaciones con cohermanos jóvenes. Sentía de ellos un deseo de salir a misionar, de encontrarse con la realidad de los pobres. Sin embargo, la respuesta de sus superiores, en general suele ser: son demasiado jóvenes y con poca experiencia. Prefieren esperar unos años más para que adquirieran más experiencia. Resulta que, con el tiempo, se le va haciendo cómodo y más difícil dejar todo para ir a los pobres. 

Hay que preguntarse si estamos más preocupados con el mantenimiento de lo que tenemos, en vez de ser más abiertos a la movilidad, a ir recorriendo como Jesús mismo nos invita. 

Somos una Congregación misionera internacional, sin embargo, puede ser que la estructura de Provincia es un impedimento de ir realizando este ser misionero en salida. ¿Es posible que esta estructura de Provincia le falta revisión o reestructuración? 

El mundo está gritando, nuestros amos y señores están sufriendo. ¿con quién nosotros estamos en solidaridad?, ¿a quién apoyamos?, ¿con quién caminamos?

Hemos puesto mucho énfasis en la promoción vocacional desde nuestra última asamblea general. ¿Qué es lo que mueve a la juventud?, ¿Qué es lo que los atrae a la Congregación? En mi opinión es misión. Hay que darles la oportunidad a participar en las misiones, para que conozcan la realidad de la gente que están en condiciones a veces más difíciles de las que ellos mismos han vivido. Dejarlos ver el entorno de sus hermanos y hermanas, porque esta realidad no la van a encontrar con profundidad en los medios de comunicación que con frecuencia esclaviza a la juventud en vez de concientizarlos.

Estamos invitados por la Iglesia de vivir en un espíritu de sinodalidad, con la práctica de escuchar y conversar con el Espíritu. Compartiendo con los cohermanos de todas las edades, con los laicos, con quienes colaboramos, ¿qué escuchamos? Y, sobre todo, ¿qué escuchamos de nuestros amos y señores?, ¿nos provoca salir de nuestra zona de confort? o ¿estamos tentados a mantener el estatus quo?, ¿a mantener las cosas como son?, ¿en vez de responder al dinamismo del Espíritu?

¿Qué nos permite escuchar el grito de los pobres? Por San Vicente fue la situación vivida en su época. El sufrimiento del pueblo es lo que tocó su mente, su corazón, y provocó el comienzo de algo que ni siquiera él esperaba. 

No somos solo nosotros los que estamos celebrando estos 400 años, más bien todo un ejército de personas que desean vivir junto con los pobres la realidad del reino de Dios. Este ejército está conformado por las diferentes ramas de la familia Vicentina, las confraternidades, otras organizaciones y personas de buena voluntad. Todos tenemos que ir abriéndonos a escuchar como el Espíritu quiere movernos hacia los marginados, excluidos, agobiados,  abandonados y descartados.

El mensaje que el papa Francisco nos dejó, iniciando esta Celebración de los 400 años, nos ha inspirado a ser Buena Noticia para con los pobres, y aún ahora desde el cielo, él mismo intercede por nosotros a continuar la misión de Jesucristo: evangelizando y promoviendo la caridad, sacerdotes y laicos, con la misma sencillez con la que Él nos invita a dejar todo e ir hacia los pobres. Es el celo apostólico que nos abre al fuego del Espíritu Santo, encendiendo no solamente nuestros corazones, sino también el corazón de toda la familia vicentina y más allá.

Lo que inspiró a san Vicente fue una necesidad espiritual: la confesión profunda de un campesino y luego una necesidad corporal de una familia sufriente. Ambas experiencias permitieron un cambio, es decir, una transformación de la vida de estas personas.

Con este bello carisma que hemos recibido del Espíritu de Jesús resucitado, de las manos de Vicente de Paúl y compañía, tenemos que preguntarnos si realmente estamos viendo y respondiendo a las nuevas pobrezas de nuestro tiempo. No hay ningún país, en ninguna parte del mundo que pueda escapar la pobreza más fuerte, que es la migración. La movilización humana es un derecho, y lastimosamente vemos con tristeza que son forzados a dejar sus países. En algunos países nuestros hermanos están siendo deportados, e incluso son rechazados, encontrando  fronteras  cerradas. 

¿Dónde están nuestros pensamientos y nuestros corazones frente a estas realidades? ¿Qué estamos haciendo nosotros para responder a esta nueva pobreza? Y ¿a otras pobrezas vinculadas con esta? 

Estamos viviendo una crisis de liderazgo en todas partes del mundo, entonces: ¿Qué hacemos nosotros, como líderes inspirados por la fe, la esperanza y el amor, especialmente en este año jubilar, en la cual estamos peregrinando?

Estamos llamados a animarnos mutuamente. Durante el tiempo de San Vicente, él fue animado por personas externas, como Madame de Gondi, quien por sus necesidades reales incentivó a San Vicente acompañar a los pobres del campo. Otros de sus animadores fueron directores espirituales, quienes ayudaron a él a ensanchar su corazón con la misericordia grandiosa de Dios. Hay personas que en nuestros tiempos, nos animan a desarrollar nuestras capacidades para responder a las necesidades con la compasión de Jesucristo.

Estamos invitados, mis hermanos para ponernos de pie con los empobrecidos y con las víctimas del abuso de poder. Tenemos que ser sensibles a la realidad política de nuestros pueblos, con una postura eficaz, actuando no como individuos, sino como una unidad, es decir una comunidad.

Recuérdense somos comunidad para la misión; somos una familia colaborando para realizar la misión, no solamente para los pobres sino con los pobres. 

Que el Señor Jesucristo, que es nuestra inspiración y nuestra vida, vaya alentándonos a continuar celebrando con paz y alegría nuestro Carisma vicentino. ¡Que así sea!

Puntos clave de la homilía del P. Gregory Gay, CM

  • La Congregación de la Misión inicia su quinto siglo de vida renovando su fidelidad al carisma.
  • Invitación a salir al encuentro de las periferias como discípulos misioneros.
  • Homenaje al Papa Francisco por su testimonio profético y su amor a los pobres.
  • Relectura actual del carisma fundacional vivido por san Vicente en Folleville y Châtillon.
  • Crítica a la inercia institucional: necesidad de reestructurar lo que impide la misión.
  • Clamor por la movilidad misionera frente al riesgo del estancamiento pastoral.
  • Reconocimiento de la migración como la pobreza más urgente del mundo actual.
  • Llamado a escuchar el grito de los pobres, actuar en unidad y con compasión.
  • Enfatizó la formación práctica y misionera de los jóvenes, no solo teórica.
  • Reafirmación de que somos comunidad para la misión, al estilo de san Vicente.
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