Novena en Honor a Santa Luisa de Marillac 2025 del 30 de abril al 8 de mayo

Novena en Honor a Santa Luisa de Marillac 2025 del 30 de abril al 8 de mayo

PRESENTACIÓN

En este tiempo de Pascua, en el que celebramos la resurrección de nuestro Señor y la renovación de nuestra esperanza en Cristo, nos disponemos a vivir una novena especial en honor a Santa Luisa de Marillac. Este año, en el marco del Año Jubilar de la Esperanza, que nos invita a profundizar en la confianza plena en Dios, nos unimos con alegría a este camino de oración y reflexión que comienza el 30 de abril y culmina el 8 de mayo, días previos a la fiesta de Santa Luisa, el 9 de mayo.

Santa Luisa, madre y guía espiritual de las Hijas de la Caridad, vivió su vida entregada a los más necesitados, siendo siempre un instrumento de la misericordia y la esperanza de Dios para los demás. Su vida de fe y servicio nos recuerda que la verdadera alegría nace de seguir a Cristo, el Resucitado, quien trae paz y renueva nuestras fuerzas. En esta novena, somos llamados a mirar al Señor con los ojos de la fe, confiando en su amor que nunca nos abandona, y a vivir con esperanza, tal como Santa Luisa lo hizo, llevando la luz de Cristo a aquellos que más lo necesitan.

Los invito a vivir estos nueve días con alegría y fervor, renovando nuestro compromiso con el servicio y la caridad, reflejando la esperanza que el Resucitado nos da. Que, al igual que Santa Luisa, podamos ser instrumentos de paz y amor en nuestro entorno, irradiando la alegría que viene de vivir en la presencia del Señor.

Que este tiempo de novena sea un espacio de gracia, donde podamos caminar hacia la fiesta de Santa Luisa con corazones abiertos a la acción del Espíritu Santo, dispuestos a ser testigos del amor y la esperanza que el Señor nos ofrece cada día.

P. Andrés Felipe Rojas Saavedra, CM
Corazón de Paúl

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  1. ORACIÓN para todos los días

Padre Misericordioso, de infinita bondad,
que en la vida de Santa Luisa de Marillac nos has mostrado un ejemplo radiante de caridad y servicio, te pedimos que, inspirados por su devoción y fortaleza, podamos vivir con la misma entrega y amor hacia los más necesitados. Que su legado de compasión y acción continúe iluminando nuestros pasos en la búsqueda de la justicia y la paz, y que, al igual que ella, encontremos en cada acto de bondad una vía hacia la santidad. Concédenos la gracia de seguir su ejemplo, sirviendo a Ti en nuestros hermanos y hermanas con humildad y alegría, y que, a través de nuestras obras, se refleje en el mundo la luz de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

  • ORACIÓN de abandono

(Obras Completas, Marillac, pág. 673)

Te adoro, ¡oh mi buen Dios! y reconozco haber recibido de ti mi

conservación; y por el amor que te debo, me abandono enteramente a las disposiciones de tu Santa Voluntad; y aunque llena de flaquezas y de motivos de humillación por mis pecados, me confío a tu misericordia y te suplico, por el amor que tienes a tus criaturas, la asistencia de tu Espíritu Santo, para el total cumplimiento del designio que, desde toda la eternidad, ha tenido tu Santa Voluntad sobre mi alma y sobre todas las que han sido redimidas por la sangre de Jesucristo tu Único hijo.

Padre nuestro, Ave María y gloría.

Se dice el día correspondiente

  • ORACIÓN al Espíritu Santo

(Obras completas, Marillac. pág. 827)

Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, ven a purificar y embellecer mi alma para que sea agradable a mi Salvador y que yo pueda recibirle para gloria suya y mi salvación. Con todo mi corazón te deseo ¡oh Pan de los Ángeles, no mires mi indignidad que me aleja de ti, sino tu Amor que tantas veces me ha invitado a acercarme. Te ruego que te des todo a mí, Oh Dios mío! y que tu preciosísimo Cuerpo, tu Alma santa y tu gloriosa Divinidad a quien adoro en este Santísimo Sacramento, tomen entera posesión de mi misma.

¡Oh dulce Jesús, oh buen Jesús, mi Dios y mi Todo! Ten piedad de todas las almas rescatadas con tu preciosísima Sangre, hiérelas fuertemente con un dardo de tu Amor para tornarlas agradecidas al Amor que te ha hecho darte a nosotros en este Santísimo Sacramento, por el cual te ofrezco la gloria que tienes desde toda la eternidad en ti mismo, todas las gracias de que has colmado a la Santísima Virgen y a los Santos y la gloria que ellos te tributarán eternamente por ese mismo Amor.

  • ORACIÓN a la Santísima Virgen María

de Santa Luisa de Marillac

Santísima Virgen, creo y confieso tu Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Purísima Virgen!, por tu pureza virginal, tu Inmaculada Concepción y tu gloriosa cualidad de Madre Dios, alcánzame de tu amado Hijo: la humildad, la caridad, una gran pureza de corazón, cuerpo y espíritu, la perseverancia en mi vocación, el don de oración, una santa vida y una buena muerte.

  • GOZOS

Oh Santa Luisa, llena de bondad,
en tu alma resplandece la caridad.
Con tu vida nos enseñas a vivir,
sirviendo a los pobres, sin cesar de sonreír.
Tu corazón, puro y generoso,
se entregó a Cristo, fiel y amoroso.
En el servicio hallaste tu vocación,
uniendo en tu pecho fe y compasión.

2.
En el rostro del hermano sufriente,
te encontraste con Cristo presente.
Cada paso tuyo, marcado por amor,
fue un eco de esperanza, un reflejo del Señor.
La cruz, tu guía y tu inspiración,
te enseñó a abrazar la redención.
Con humildad y fortaleza interior,
fuiste luz en el camino del Salvador.

3.
Tu vida consagrada al servicio fiel,
se convirtió en un canto de gloria y de bien.
Con manos abiertas y corazón ardiente,
destejiste el egoísmo, hilando la gente.
Como una madre, diste todo por amor,
sembrando en los corazones un rayo de ardor.
A los más pobres, a los más necesitados,
les diste esperanza con gestos sagrados.

4.
En la Pascua de Cristo, tu fe resplandece,
como testigo de un amor que nunca perece.
Tú, Santa Luisa, caminaste en su luz,
hacia la vida eterna, hacia el cielo en cruz.
Que tu vida de servicio, llena de pasión,
nos inspire a vivir con toda devoción.
En cada acción y en cada oración,
sigamos tu huella con un mismo corazón.

DÍA 1
LA FE CONFIADA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS

Signo: Una vela encendida

1. Introducción:

Hoy, Santa Luisa de Marillac nos enseña que la confianza en la Providencia de Dios no es solo un sentimiento, sino una forma de vivir. Desde su juventud, marcada por la incertidumbre y la enfermedad, hasta su misión entre los más necesitados, Luisa supo abandonarse a los designios divinos incluso en la oscuridad. Comencemos nuestra novena encendiendo una vela, símbolo de la luz que la fe mantiene viva aun cuando todo parece incierto.

2. Texto Bíblico:

Mateo 6, 25-34
«Por eso les digo: No se inquieten por su vida, qué comerán o qué beberán, ni por su cuerpo, qué vestirán. (…) Miren las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni reúnen en graneros, y sin embargo el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac

«Espero me perdonará usted la libertad que me tomo de manifestarle la impaciencia de mi espíritu, tanto por su larga ausencia pasada como por el temor del porvenir (…) pero quiero aguardar con serenidad la hora de Dios y reconocer que es mi indignidad la que la retrasa. […] Nuestro buen Dios ha permitido que, desde hace un mes, mi alma le sienta más que de ordinario.»
(Carta a San Vicente, 5 de junio de 1627, C.3)

4. Reflexión:

La confianza en Dios que Santa Luisa de Marillac nos propone no es ingenua ni pasiva. Ella misma admite la impaciencia del alma, el temor al porvenir, las dudas humanas que todos enfrentamos. Sin embargo, su respuesta no es el desaliento, sino la serenidad activa, un aguardar confiadamente «la hora de Dios».

Jesús, en el Evangelio, nos invita a mirar la naturaleza: los lirios del campo, las aves del cielo, viven en una dependencia total de su Creador, sin angustias ni cálculos. No porque ignoren la realidad, sino porque su confianza es radical. Así quiere Jesús que vivamos: confiando, abandonándonos, haciendo nuestra parte, pero sin robarnos la paz con ansiedades inútiles.

Luisa aprendió a vivir en este abandono. A pesar de sus debilidades, su confianza crecía como una luz interior, alimentada por la oración y el amor a los pobres. Cuando sentía el corazón tentado por el miedo, se ofrecía a Dios, pidiéndole «la gracia de que su santa voluntad se cumpla en mí no obstante las oposiciones de mi miseria».

En nuestro tiempo, donde el futuro parece tan incierto, necesitamos recuperar esta actitud espiritual: confiar más en Dios que en nuestras propias seguridades. La fe auténtica no niega las dificultades, pero las abraza en paz porque sabe que nada escapa al amor providente de nuestro Padre.

La vela encendida hoy es un símbolo poderoso: así como la llama vence la oscuridad sin ruido ni violencia, la fe confiada en Dios sostiene nuestras vidas, silenciosa pero firme, hasta el amanecer de su voluntad.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿En qué áreas de mi vida me cuesta más confiar en Dios?
  • ¿Cómo reacciono ante las pruebas y la incertidumbre: con fe o con angustia?
  • ¿Qué pasos concretos puedo dar para crecer en el abandono a la Providencia?

DÍA 2
EL SERVICIO A CRISTO EN LOS POBRES

Signo: Un delantal de servicio

1. Introducción:

Santa Luisa de Marillac comprendió profundamente que los pobres son el verdadero rostro de Cristo. Para ella, cuidar a un enfermo, alimentar a un hambriento o consolar a un afligido no era simplemente un acto de bondad, sino un encuentro sagrado con el mismo Jesús. Hoy, al contemplar su vida, nos ponemos un delantal como signo de nuestra disponibilidad para servir con amor.

2. Texto Bíblico:

Mateo 25, 35-40
«Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. (…) Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac

«Invitándola, por su santo amor, a que no se deje dominar por el desaliento, que experimente en sí misma la necesidad que nuestros amos, los pobres enfermos, tienen de asistencia, de cordialidad y de dulzura.»
(Carta a Sor Bárbara, hacia 1636, C.7)

4. Reflexión:

El delantal que hoy nos ponemos simboliza el servicio humilde. Santa Luisa enseñaba que los pobres no son objetos de compasión, sino «amos» a quienes debemos servir con respeto y ternura. En sus cartas, insiste en la cordialidad y en la dulzura con los enfermos, como quien sirve no a un ser humano cualquiera, sino al mismo Cristo.

El Evangelio de Mateo nos recuerda que Jesús se identifica con los más pequeños: «Cada vez que lo hicieron con uno de estos… conmigo lo hicieron». Esta es una verdad que debe sacudir nuestra fe: Cristo sigue sufriendo en los pobres, y nuestro amor a Él se mide en la forma concreta en que los tratamos.

Servir a los pobres no es opcional para un cristiano, es un deber sagrado. No basta con dar cosas: Jesús pide nuestra presencia, nuestra ternura, nuestra entrega. Como Santa Luisa, estamos llamados a tener «ojos de amor» para descubrir en cada necesitado un sagrario vivo.

Preguntémonos hoy: ¿Sirvo con amor o con impaciencia? ¿Veo a Jesús en los rostros sufrientes, o solo veo molestias y problemas?
Que esta novena avive en nosotros el ardor del servicio humilde y alegre.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Reconozco a Cristo en los pobres y necesitados que me rodean?
  • ¿Qué actitudes tengo cuando sirvo: amor, indiferencia o cansancio?
  • ¿Estoy dispuesto a ponerme el «delantal» del servicio cada día?

6. Oración

Señor Jesús,
Tú que te escondes en el rostro de los pobres,
hazme sensible a su dolor y generoso en mi servicio.

Dame la dulzura y la cordialidad que tuvo Santa Luisa,
para que no sirva de mala gana, sino con el amor de un hijo que cuida a su Padre.

Enséñame a verte en cada enfermo, en cada marginado,
en cada hermano que sufre.

Santa Luisa de Marillac,
que supiste amar a Cristo en los pobres,
intercede por nosotros.
Amén.

DÍA 3
LA OBEDIENCIA Y EL ABANDONO A LA VOLUNTAD DIVINA

Signo: Un lazo blanco

1. Introducción:

La vida de Santa Luisa fue un constante acto de obediencia amorosa. Desde su juventud, luchó contra su voluntad propia para abandonarse a los designios de Dios. Hoy, al comenzar este día, atamos un lazo blanco como signo de pureza, obediencia y entrega total a la voluntad del Señor.

2. Texto Bíblico:

Lucas 1, 38
«Entonces María dijo: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.’ Y el ángel la dejó.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac

«¿No es muy razonable que yo sea toda de Dios después de haber estado tanto tiempo en el mundo? […] Ayude, pues, a mi pobre alma, y con sus oraciones rompa estos lazos que me atan tan fuertemente a todo lo que no es Dios.»
(Carta al R.P. Hilarión Rebours, finales de diciembre de 1625, C.2)

4. Reflexión:

La obediencia cristiana no es un sometimiento ciego, sino una respuesta libre de amor. María, en el momento de la Anunciación, resume la actitud que Santa Luisa quiso imitar toda su vida: «Hágase en mí según tu palabra».

En la carta que hemos leído, Santa Luisa confiesa su deseo de ser «toda de Dios», pero también reconoce la dificultad de romper los «lazos» que la atan a lo mundano. Su lucha no es diferente a la nuestra: querer hacer la voluntad de Dios pero sentir la resistencia de nuestras propias pasiones, miedos o apegos.

La obediencia verdadera nace del amor, y es una fuente de libertad interior. Abandonarnos a la voluntad divina no significa resignación pasiva, sino aceptar con fe y amor el plan que Dios tiene para nosotros, incluso cuando no lo entendemos.

Hoy, el lazo blanco que llevamos representa nuestro propósito de unirnos a Dios con pureza de corazón, dejando de lado nuestros intereses para abrazar su voluntad.

Santa Luisa nos enseña que este proceso no es inmediato: requiere oración, paciencia, humildad y el apoyo de otros. No caminamos solos: la comunidad, los sacramentos, la Palabra de Dios son ayudas preciosas en esta aventura de obedecer por amor.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Qué áreas de mi vida me cuesta más entregar a la voluntad de Dios?
  • ¿Veo la obediencia como una carga o como un camino de libertad?
  • ¿Pido ayuda espiritual para romper los lazos que me atan a lo mundano?

6. Oración

Señor,
Tú que nos invitas a seguirte con libertad y amor,
dame un corazón dócil a tu voluntad.

Como María y como Santa Luisa,
quiero decirte: «Hágase en mí según tu Palabra».

Rompe, con tu gracia, los lazos que me atan
y hazme verdaderamente libre para amarte y servirte.

Que mi vida sea un acto continuo de abandono confiado,
para que tu gloria se manifieste en mi pequeñez.

Santa Luisa de Marillac,
modelo de obediencia y de fe,
intercede por nosotros.
Amén.

DÍA 4
LA HUMILDAD EN EL SERVICIO

Signo: Una toalla

1. Introducción:

En la escuela de Jesús y de Santa Luisa de Marillac, el servicio auténtico nace de un corazón humilde. No basta con hacer el bien; es necesario hacerlo desde la pequeñez, imitando a Cristo que, siendo Señor y Maestro, se ciñó una toalla para lavar los pies de sus discípulos. Hoy, como signo, colocamos una toalla sencilla como símbolo de servicio humilde.

2. Texto Bíblico:

Juan 13, 12-15
«Cuando acabó de lavarles los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

«Póngase ante la vista de sus faltas, sin excusarlas, porque, en realidad, nada puede ser causa del mal que hacemos sino nosotros mismos. Confiese esta verdad ante Dios, excite en su corazón un gran amor por nuestra querida hermana, y mirando a la misericordiosa justicia de nuestro buen Dios, arrójese a sus pies y pídale perdón por sus sequedades hacia ella y por toda la pena que le ha causado, prometiéndole, con la gracia de Dios, amarla como Jesucristo mismo quiere, dándole pruebas del cuidado que debe tener de ella y abrácela con ese sentimiento verdadero en el corazón.»

«¿No ven ustedes que sus almas no pueden estar en paz y que esta es la causa de que no participen de la santa paz que el Hijo de Dios trajo a los que tienen buena voluntad, ni tampoco de la que dejó a sus santos Apóstoles al subirse al Cielo?»
(Carta a Sor Bárbara y Sor Luisa, Richelieu, 26 de octubre de 1639, C.15)

4. Reflexión:

Santa Luisa nos enseña que la humildad es la clave para un servicio fecundo. No se trata solo de «hacer cosas» por los demás: es necesario reconocer nuestras faltas, pedir perdón, reconciliarnos y servir desde la pequeñez.

En su carta, invita a Sor Bárbara y Sor Luisa a mirar sus propias fallas sin excusas, a abrazar a la otra con amor verdadero, y a buscar la paz que solo llega cuando vivimos en humildad. El servicio humilde no busca aplausos ni reconocimientos, sino que nace de un corazón que se sabe necesitado de misericordia.

Jesús, lavando los pies a sus discípulos, nos deja el ejemplo supremo: el Señor de todo se hace el servidor de todos. Así también nosotros estamos llamados a ser servidores humildes, empezando por nuestras propias comunidades, familias y ambientes.

La toalla que usamos hoy nos recuerda que el verdadero grande es el que sirve. Cuando nos humillamos por amor, Cristo se refleja en nuestras obras.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Reconozco mis faltas con humildad o busco justificarme?
  • ¿Sirvo a los demás como Jesús me sirve a mí?
  • ¿Cómo puedo crecer en el espíritu de servicio humilde?

6. Oración

Señor Jesús,
Maestro humilde,
que no dudaste en lavar los pies de tus discípulos,
hazme servidor humilde de mis hermanos.

Dame el valor de reconocer mis faltas,
de pedir perdón y de amar sin orgullo.

Que no busque ser servido, sino servir,
y que, en cada acto de amor humilde,
te haga presente en el mundo.

Santa Luisa de Marillac,
modelo de humildad y servicio,
enséñanos a lavar los pies de nuestros hermanos.
Amén.

DÍA 5
LA FRATERNIDAD Y LA CARIDAD ENTRE HERMANAS

Signo: Un corazón de papel

1. Introducción:

Una de las luchas más profundas que vivió Santa Luisa fue mantener la unidad, la caridad y la fraternidad entre las hermanas. En un mundo marcado por divisiones y rencores, ella nos enseña que la caridad fraterna no es opcional: es la medida del amor a Dios. Hoy el signo es un corazón de papel, símbolo de un corazón disponible para amar y perdonar.

2. Texto Bíblico:

Juan 13, 34-35
«Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se aman los unos a los otros.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

«Deseo que tengan un corazón abierto la una para la otra, que no se las vea nunca separadas; que vayan juntas a las visitas que tengan que hacer en la ciudad, y que no tengan amistades particulares. No digo con esto que rechacen las visitas que algunas buenas mujeres tengan la caridad de hacerles. Una verdadera humildad lo arreglará todo. […]

Y ahora, ¡ánimo, mis buenas Hermanas! Espero que no habrán de despreciar mis pobres consejos, y siendo así, reconociendo cuán digno es Dios de ser amado y servido, avergüéncense de haberlo hecho tan mal desde que Él les ha concedido la gracia de llamarlas al estado en que se encuentran.»
(Carta a Sor Bárbara y Sor Luisa, Richelieu, 26 de octubre de 1639, C.15)

4. Reflexión:

Santa Luisa entendió que una comunidad dividida no puede testimoniar a Cristo. Por eso insistía tanto en la unidad, en el amor fraterno, en evitar las críticas y rivalidades. Tener el corazón abierto al otro es aceptar sus debilidades, perdonar sus errores, acompañar su camino.

Jesús nos dejó el mandamiento del amor como su testamento más precioso. No dijo «serán conocidos por su eficiencia» ni «por su sabiduría», sino «por el amor que se tengan».

En nuestras familias, comunidades y amistades, somos invitados a construir puentes, no muros. La verdadera fraternidad no es sentimentalismo: es un amor que perdona, sostiene, y busca siempre la unidad.

Hoy, el corazón de papel simboliza nuestra disposición a ser corazones abiertos, disponibles para amar como Cristo nos amó. Como Santa Luisa nos enseña: la humildad será el secreto para mantener la caridad en medio de nuestras diferencias.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Cómo vivo la caridad en mi familia, comunidad o grupo?
  • ¿Qué heridas o resentimientos necesito sanar para vivir la fraternidad?
  • ¿Estoy dispuesto a ser constructor de unidad en mi entorno?

6. Oración

Señor Jesús,
Amor encarnado,
que nos diste el mandamiento nuevo del amor,
haz de mí un instrumento de tu paz.

Dame un corazón abierto, capaz de amar,
de perdonar, de construir unidad donde hay divisiones.

Que mi vida sea un testimonio de tu amor fraterno,
para que el mundo crea que Tú vives en medio de nosotros.

Santa Luisa de Marillac,
que amaste y cuidaste de tus hermanas en la Caridad,
enséñanos a vivir en el amor.
Amén.

DÍA 6
LA PACIENCIA EN LA ENFERMEDAD Y EL SUFRIMIENTO

Signo: Un ramo de flores silvestres

1. Introducción:

Santa Luisa vivió múltiples sufrimientos: enfermedades constantes, dudas interiores, pruebas familiares. Pero su respuesta no fue la queja ni la desesperanza, sino la paciencia confiada. Hoy, colocamos un ramo de flores silvestres como símbolo de los frutos que nacen cuando abrazamos el sufrimiento con amor y paciencia.

2. Texto Bíblico:

Santiago 1, 2-4
«Tengan por sumo gozo, hermanos míos, el que se vean sometidos a diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Y que la paciencia lleve a su obra perfecta, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte cosa alguna.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

«No dormía casi nada ninguna noche; pero tenía tal paciencia que a las personas que estaban junto a él no les causaba ninguna incomodidad con ello. Creo que en esta última enfermedad Dios lo ha querido hacer participante de la imitación de las penas de su muerte; porque ha sufrido en todo su cuerpo y ha perdido totalmente su sangre, y su espíritu ha estado casi siempre ocupado en la meditación de su pasión. […] Yo estaba sola con él para asistirle en este paso tan importante, y él dio testimonio de tal devoción que mostró hasta el último suspiro que su espíritu estaba pegado a Dios.»
(Carta al R.P. Hilarión Rebours, finales de diciembre de 1625​)

4. Reflexión:

La paciencia no es solo «aguantar» el dolor. En la visión cristiana, es un acto profundo de amor y confianza en Dios. Santa Luisa vio en la enfermedad y el sufrimiento una oportunidad para unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo.

En el texto que leemos, ella narra la enfermedad terminal de un ser querido. El detalle que resalta no es tanto el sufrimiento físico, sino la serenidad del alma, la devoción viva, la unión íntima con Dios hasta el último instante.

Santiago nos recuerda que las pruebas perfeccionan nuestra fe. No estamos solos en el dolor: cada lágrima, cada momento difícil, si es ofrecido en amor, nos transforma en discípulos verdaderos de Jesús crucificado.

El ramo de flores silvestres que hoy presentamos es pequeño y humilde, pero brota de tierras ásperas: así también, la paciencia verdadera florece en terrenos difíciles, convirtiéndose en el adorno más precioso del alma cristiana.

5. Preguntas para la reflexión:

  • ¿Cómo afronto las enfermedades o los sufrimientos personales?
  • ¿Veo mis pruebas como oportunidades para unirme más a Cristo?
  • ¿Qué actitudes necesito cambiar para vivir la paciencia verdadera?

6. Oración:

Señor Jesús,
Paciente Cordero de Dios,
que abrazaste el dolor por amor a nosotros,
enséñame a vivir mis sufrimientos con fe y serenidad.

Que como Santa Luisa,
pueda descubrir en cada cruz una oportunidad para amarte más,
y ofrecer mis dolores como flores para tu gloria.

Dame, Señor, la gracia de la paciencia,
para que en la enfermedad y en las pruebas,
te sea fiel hasta el final.

Santa Luisa de Marillac,
modelo de paciencia en el sufrimiento,
intercede por nosotros.
Amén.

DÍA 7
LA IMPORTANCIA DE LA VIDA DE ORACIÓN

Signo: Un Rosario

1. Introducción:

La oración fue el alma de toda la obra de Santa Luisa. En medio de su intensa actividad caritativa, nunca descuidó su relación íntima con Dios. Hoy, portamos un Rosario en las manos, recordando que la verdadera acción brota de un corazón que se alimenta cada día en la oración.

2. Texto Bíblico:

Lucas 5, 15-16
«Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

«Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche, sea para Dios, haciendo un acto de adoración, de acción de gracias y de abandono de mi voluntad en la suya santísima. […] Haré inmediatamente la oración por espacio de una hora o tres cuartos; tomaré el tema de los Santos Evangelios y Epístolas, y la vida del Santo del día para instruirme en su ejemplo. […] Que todo lo que haga esté acompañado del recuerdo de la presencia de Dios.»
(Reglamento de vida en el mundo​)

4. Reflexión:

La oración era para Santa Luisa el centro y motor de toda su vida. No concebía el servicio a los pobres sin antes haber bebido en la fuente del amor divino.

Su «Reglamento de Vida» nos muestra una disciplina amorosa: oración al despertar, meditación del Evangelio, invocación continua de la presencia de Dios. No se trataba de ritualismos vacíos, sino de una sed auténtica de Dios que impregnaba cada actividad diaria.

En el Evangelio, vemos que incluso Jesús, en medio de su intensa predicación y milagros, buscaba el silencio y la soledad para orar. Si el Hijo de Dios mismo lo hacía, ¡cuánto más nosotros necesitamos alimentar nuestra alma cada día en el diálogo amoroso con el Padre!

El Rosario que sostenemos hoy es un recordatorio de que la oración nos une a Jesús y María, y nos transforma silenciosamente en instrumentos de su amor en el mundo.

5. Preguntas para la reflexión

  • ¿Qué lugar ocupa la oración en mi vida diaria?
  • ¿Busco a Dios en medio de mis actividades o lo dejo de lado?
  • ¿Qué cambios concretos puedo hacer para profundizar mi vida de oración?

6. Oración

Señor Dios,
fuente de toda vida,
haz de mi corazón un santuario donde tu amor habite.

Que como Santa Luisa,
comience cada jornada en tu presencia,
y que mis acciones estén impregnadas del recuerdo de tu amor.

No permitas que el ruido del mundo apague tu voz en mí;
concédeme un espíritu de oración constante,
y que, sostenido por tu gracia,
pueda ser luz para los demás.

Santa Luisa de Marillac,
amiga de Dios en la oración,
enséñanos a buscar siempre el rostro de Jesús.
Amén.

DÍA 8
LA POBREZA EVANGÉLICA Y LA SENCILLEZ DE VIDA

Signo: Un trozo de pan

1. Introducción

Santa Luisa entendió que la pobreza no es solo falta de bienes, sino una forma de vivir con corazón sencillo, confiando totalmente en Dios. Hoy, el signo es un trozo de pan: lo esencial y suficiente para el alma que busca el Reino de Dios antes que cualquier riqueza terrenal.

2. Texto Bíblico:

Mateo 6, 19-24
«No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones perforan y roban. Acumulen más bien tesoros en el cielo. (…) Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o se dedicará al primero y despreciará al segundo. No pueden servir a Dios y al dinero.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

_»El pesebre es el trono del reino de la santa pobreza; mucho he deseado ser admitida cabe él, ya que dicha pobreza es la virtud más amada por el Rey de los Pobres, como lo ha demostrado el hecho de que, a pesar de estar por toda la tierra, sólo le reconocen los que lo son en verdad y sencillez. Por eso, proclama su nacimiento por voces celestiales, para manifestar con ello que Dios mismo honra tal estado. Para participar de esa gracia, hay que corresponder sin demora a las santas inspiraciones, a imitación de los pastores.»​

4. Reflexión:

La pobreza evangélica no es solamente la renuncia a los bienes materiales, sino el vivir con un corazón libre, desapegado, sencillo. Jesús nos advierte que el apego al dinero divide el corazón y lo aleja de Dios.

Santa Luisa vivió esta enseñanza radicalmente. Ella veía en la pobreza no una desgracia, sino un honor: ser pobre como Jesús, quien eligió un pesebre por trono y no un palacio.

El Evangelio nos invita a acumular tesoros en el cielo: amor, misericordia, justicia. Solo el corazón pobre, que no está aferrado a las cosas, puede reconocer a Jesús pobre en medio de los pobres.

El trozo de pan que hoy contemplamos nos recuerda que el alma sencilla se contenta con lo esencial. La verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en quién poseemos: Dios.

Santa Luisa nos enseña a vivir en la sencillez y el desapego, para ser verdaderamente libres para amar y servir.

5. Preguntas para la reflexión

  • ¿Qué cosas materiales me impiden ser plenamente libre para amar a Dios y al prójimo?
  • ¿Vivo con sencillez o estoy atrapado en el consumismo?
  • ¿Cómo puedo cultivar la pobreza evangélica en mi vida diaria?

6. Oración

Señor Jesús,
que naciste en pobreza y viviste en sencillez,
libera mi corazón de todo apego inútil.

Que, como Santa Luisa,
mi única riqueza seas Tú,
y encuentre en tu amor la plenitud de mi vida.

Dame hambre de lo eterno
y sed de justicia,
para que, desapegado de todo,
te siga con un corazón alegre y libre.

Santa Luisa de Marillac,
modelo de pobreza evangélica,
enséñanos a vivir en la sencillez.
Amén.

DÍA 9
LA MISIÓN Y EL ENVÍO: SER LUZ PARA EL MUNDO

Signo: Una lámpara o farolito

1. Introducción:

Santa Luisa no se encerró en su oración ni en su comunidad: fue enviada al mundo para ser luz en medio de la oscuridad, llevando el amor de Dios a los pobres y olvidados. Hoy, levantamos una lámpara o farolito como signo de nuestra misión de iluminar el mundo con el fuego del Evangelio.

2. Texto Bíblico:

Mateo 5, 14-16
«Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un recipiente, sino que se la pone sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.»

3. Escrito de Santa Luisa de Marillac:

«Estamos próximos al fin del año y mis deseos, si Dios me da vida para empezar el otro, son de hacerlo como es debido para su servicio. Pido a su caridad que me dé algunos consejos para ello: los pobres se contentan con poco, pero yo lo estimaré como mucho al venirme de la mano de Dios. (…) Mucho puede hacer usted por usted mismo y por el prójimo. Aunque muy indigna, no dejaré de ofrecer a Dios mis pobres oraciones por esta intención.»

4. Reflexión:

Jesús nos confía una misión clara: ser luz en medio del mundo. No podemos esconder la fe bajo el miedo o la comodidad; estamos llamados a iluminar con nuestras obras y palabras.

Santa Luisa entendió que su vocación no era recluirse, sino salir al encuentro de los pobres, enseñar con su vida y encender otros corazones en el amor de Cristo. Sus deseos de «servir como es debido» no eran solo aspiraciones personales, sino un impulso misionero profundo.

La lámpara que hoy encendemos simboliza nuestra misión cristiana. Cada obra de amor, cada palabra de esperanza, cada acto de caridad, es una chispa que alumbra la oscuridad de este mundo.

No estamos llamados a ser estrellas solitarias, sino comunidades luminosas que reflejan la gloria de Dios.

5. Preguntas para la reflexión

  • ¿Cómo puedo ser luz para los que me rodean en mi vida cotidiana?
  • ¿Oculto mi fe o la dejo brillar libremente?
  • ¿De qué maneras concretas me siento enviado por Cristo al mundo?

6. Oración

Señor Jesús,
Luz verdadera que ilumina a todo hombre,
enciende en mi corazón la llama de tu amor.

Haz de mí un faro que irradie esperanza,
caridad y fe en medio de las tinieblas de este mundo.

Que, como Santa Luisa,
no me guarde para mí mismo el don recibido,
sino que lo comparta con generosidad.

Que mi vida sea una luz humilde y firme,
para que otros, viendo mis obras, glorifiquen tu Nombre.

Santa Luisa de Marillac,
misionera del amor de Cristo,
ayúdanos a ser luz en el mundo.
Amén.

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