Texto base:
“Pero uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.”
(Juan 19,34)
1. Un gesto violento que revela un misterio
Juan es el único evangelista que narra este detalle. En los sinópticos, Jesús ya ha muerto y su cuerpo no es manipulado con esta precisión. Pero Juan, evangelista teológico por excelencia, introduce la escena como un signo revelador, casi sacramental.
Este gesto de traspasar (gr. ἐνύσσω – no aparece directamente aquí, pero el verbo latino “percussit” en la Vulgata implica violencia) no es solo la confirmación de la muerte de Jesús: es la apertura del misterio pascual.
2. Exégesis del texto griego
La expresión usada por Juan es directa pero cargada de sentido:
“εἷς τῶν στρατιωτῶν λόγχῃ αὐτοῦ τὴν πλευρὰν ἔνυξεν, καὶ ἐξῆλθεν εὐθέως αἷμα καὶ ὕδωρ.”
Algunas claves:
- λόγχη (lónkhē): lanza. Solo aparece aquí en el NT, y resuena con textos del AT (cf. Zac 12,10).
- πλευρά (pleurá): costado. Es el mismo término usado en la Septuaginta en Génesis 2,21, cuando se describe cómo Dios tomó una costilla (pleurá) de Adán para formar a Eva. Esta conexión no es casual.
“El costado de Jesús es el nuevo Edén, de donde nace la nueva Eva: la Iglesia.”
3. ¿Por qué sangre y agua? Interpretaciones teológicas
Desde los Padres de la Iglesia hasta la teología contemporánea, la salida de sangre y agua ha sido entendida como un signo de los sacramentos, fuente de la Iglesia y símbolo del amor total de Cristo.
a.
Sangre
:
Signo de la Eucaristía, el sacrificio redentor, la entrega hasta la última gota. Cumple lo que Jesús prometió en la Última Cena:
“Esta es mi sangre, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados.”
(Mateo 26,28)
b.
Agua
:
Signo del Bautismo, del Espíritu que vivifica, de la purificación. Jesús ya lo había anunciado:
“El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.”
(Juan 3,5)
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. De su seno brotarán ríos de agua viva.”
(Juan 7,37-38)
(donde “su seno” puede referirse también al de Cristo en la cruz)
c. Lectura litúrgica y patrística:
San Agustín dice:
“El Evangelista ha usado un término exacto: no dijo “herida”, sino “costado”. Para que se entendiera que de allí fue formada la Iglesia, así como de Adán dormido fue formada Eva.”
(In Ioannis Evangelium, Tractatus 120,2)
La sangre y el agua fluyen del costado abierto de Cristo como del templo:
“Él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2,21).
Así se cumple la profecía de Ezequiel 47, donde del Templo fluye un río que da vida.
4. El costado: lugar del amor
En la Biblia, el costado (pleurá) no solo es un elemento anatómico. Es símbolo de proximidad y comunión:
- Juan recuesta su cabeza en el costado (κόλπος) de Jesús en la Última Cena (Jn 13,23), como expresión de intimidad.
- Ahora, ese mismo costado se abre para que todos tengamos acceso a esa intimidad divina.
“El costado abierto de Cristo es la puerta del cielo.” (S. Bernardo de Claraval)
5. Reflexión espiritual: la herida que da vida
La cruz no solo es lugar de muerte: es el altar del nacimiento de una nueva humanidad. La sangre y el agua no salen por accidente. Son el fruto del amor extremo, del amor que se deja herir para sanar, que se entrega sin reservas.
Jesús no muere solo por nosotros: se da a nosotros. De su costado nace la Iglesia como comunidad sacramental, como cuerpo místico. Cada Eucaristía, cada Bautismo, reproduce esa herida de amor que no se cierra.
Aplicación vicentina
San Vicente de Paúl hablaba de la caridad como herida:
“Dios ama a los pobres, y por consecuencia, ama a los que los aman. Que nos duela la herida de Cristo que sigue sangrando en los más necesitados.”
El costado abierto de Cristo nos recuerda que la caridad no es solo filantropía, sino un amor crucificado, un amor que no teme ser herido para sanar al otro. El servicio al pobre brota de esa fuente, como los sacramentos brotan del costado.