SOBRE LA PERSEVERANCIA EN LA VOCACIÓN
El Padre Vicente indica los motivos para afirmarse en la vocación, junto con los medios para conseguir este fin.
Motivos para afirmarse en la vocación
- Dios es quien nos ha llamado
Desde toda la eternidad, Dios nos ha destinado para ser misioneros. No nacimos ni cien años antes ni cien años después, sino precisamente en el tiempo de la institución de esta obra. Por consiguiente, no hemos de buscar ni esperar descanso, contentamiento ni bendiciones más que en la Misión, ya que es allí donde Dios nos quiere. Esto, por supuesto, dando por sentado que nuestra vocación es buena y no está basada en el interés, en el deseo de evitar las incomodidades de la vida ni en cualquier tipo de respeto humano. - Nosotros somos los primeros llamados
Se dice que los primeros de una congregación son aquellos que entran en ella durante el primer período de su fundación, que es ordinariamente de cien años. Así pues, si somos nosotros los primeros elegidos para devolver al aprisco a las ovejas extraviadas, ¿qué pasará si huimos? ¿Dónde creemos que podremos refugiarnos? Quo ibo a spiritu tuo et quo a facie tua fugiam? (Sal 138,7) Si un rey escogiera a algunos soldados entre los demás para que dieran el primer asalto, ¿no sería este honor para ellos un poderoso motivo para superar todo deseo de huir? - Nuestra vocación nos hace conformes a Cristo
En esta vocación vivimos de un modo muy conforme a nuestro Señor Jesucristo. Al parecer, cuando vino al mundo, escogió como principal tarea la de asistir y cuidar a los pobres: Misit me evangelizare pauperibus. (Lc 4,18) Si se le preguntara a nuestro Señor:
— «¿Qué has venido a hacer en la tierra?»
— «A asistir a los pobres.»
— «¿A algo más?»
— «A asistir a los pobres.» En su compañía no tenía más que a pobres y se detenía poco en las ciudades, conversando casi siempre con los aldeanos e instruyéndolos. ¿No nos sentiremos felices nosotros por estar en la Misión con el mismo fin que comprometió a Dios a hacerse hombre? Y si se le preguntase a un misionero, ¿no sería para él un gran honor decir como nuestro Señor: Misit me evangelizare pauperibus — «Yo estoy aquí para catequizar, instruir, confesar, asistir a los pobres.» ¿Y qué supone esta forma de vivir como nuestro Señor, sino nuestra predestinación? Nam quos praescivit et praedestinavit conformes fieri imaginis Filii sui. (Rom 8,29) Si abandonamos nuestra vocación, hay motivos para creer que es la carne o el diablo quien nos aparta de ella. ¿Acaso les obedeceremos? Si Dios nos ha llamado a esta vida, no será Él quien nos quiera separar de la misma. Dios no se contradice. Sin embargo, no conocemos los secretos de Dios y no queremos juzgar a nadie, aunque siempre diremos que esa retirada es sospechosa y dudosa.
Medios para perseverar en la vocación
- Pedir a Dios la confirmación y firmeza en nuestra vocación
Se trata de un don de Dios. - Sentir una gran estima por nuestra vocación
Reconocer su valor y la gracia que implica. - Guardar puntualmente los reglamentos de la casa
Aunque sean pocos, no hay ninguno que no sea importante. - No permitir murmuraciones contra los superiores
Tampoco críticas contra las maneras de obrar o de gobernar la casa. - Vivir juntos con caridad y cordialidad
La unidad y la fraternidad fortalecen la perseverancia.
Ánimo a los hermanos coadjutores en su vocación
El Padre Vicente añadió que los hermanos coadjutores llevan, al igual que los sacerdotes, una vida conforme con la de nuestro Señor. Ellos imitan la vida oculta de Jesucristo, quien durante treinta años se ocupó en faenas corporales, trabajando en el taller de un carpintero y en casa como un criado.
De este modo, los hermanos coadjutores imitan una vida de treinta años, mientras que los sacerdotes, en sus funciones, sólo imitan una de tres años y medio. Así, ellos honran la vida de siervo de nuestro Señor, mientras que los sacerdotes honran su sacerdocio.
Por lo demás, gracias a la unión que hay entre los miembros de un mismo cuerpo, lo que un miembro hace es también obra de todos los demás.
Por eso:
- Los hermanos confiesan con los confesores.
- Predican con los predicadores.
- Evangelizan a los pobres con los sacerdotes misioneros.
Por lo tanto, viven en una conformidad plena con nuestro Señor Jesucristo.