Tema: «Servir a Cristo en los pobres: Una misión de amor que transforma el mundo»
1. CANTO DE ENTRADA
Himno sugerido: “Donde hay caridad y amor” o
2. RITO INICIAL
- Monición de entrada:
Hoy, nos reunimos para celebrar con gozo el aniversario de la fundación de las Hijas de la Caridad, una obra nacida del corazón de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac hace 391 años. Este legado de amor y servicio a los pobres es una invitación para todos nosotros a reconocer el rostro de Cristo en los más vulnerables y a comprometernos con el Evangelio de la caridad. Que este momento de oración nos inspire a vivir con mayor fidelidad nuestra vocación cristiana al servicio de los demás. - Oración inicial:
Dios Padre todopoderoso, fuente de toda caridad y bondad, te damos gracias por el don de las Hijas de la Caridad y por su testimonio de amor a los más pequeños. Te pedimos que, a ejemplo de San Vicente y Santa Luisa, podamos crecer en generosidad y entrega, siendo reflejo de tu amor en nuestras familias, comunidades y en el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
3. SALMO RESPONSORIAL
Salmo 112 (111), 1-2. 3-4. 5-6. 7-8. 9
R/. «Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.»
- Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su descendencia será poderosa en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
R/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. - En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
R/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. - Dichoso el que se compadece y presta,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
R/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. - No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus adversarios.
R/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. - Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
R/. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
4. LECTURA BÍBLICA
Lectura del Santo Evangelio según Lucas 10, 25-37
«¿Quién es mi prójimo?»
En aquel tiempo, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús, para ponerlo a prueba:
—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo:
—¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?
Él respondió:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús le dijo:
—Has respondido correctamente. Haz esto y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
Jesús respondió:
—Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino; y al verlo, pasó de largo. Lo mismo hizo un levita que llegó a aquel lugar; al verlo, pasó de largo. Pero un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció; se acercó, le curó las heridas, echándoles aceite y vino, y lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero, diciendo: «Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré cuando vuelva».
¿Cuál de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
Él contestó:
—El que practicó la misericordia con él.
Jesús le dijo:
—Ve y haz tú lo mismo.
(Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús).
5. REFLEXIÓN
En el relato del Buen Samaritano encontramos el núcleo del carisma vicentino: un amor que no se queda en las palabras, sino que se transforma en acción concreta. San Vicente de Paúl decía: «El amor es inventivo hasta el infinito», recordándonos que siempre hay una manera de ayudar al prójimo, incluso en las circunstancias más difíciles.
Por su parte, Santa Luisa de Marillac insistía: «El verdadero amor hace todo con gozo y paciencia», señalando que el servicio no solo es un deber, sino una expresión de alegría en el Señor.
El Buen Samaritano no solo ve al necesitado, sino que se acerca, lo toca, lo cura y lo acompaña. Este es el modelo de las Hijas de la Caridad, quienes desde hace 391 años han hecho del «ve y haz tú lo mismo» su estilo de vida.
Preguntémonos: ¿Cómo estamos viviendo nuestra vocación al amor? ¿Nos detenemos ante el sufrimiento de los demás o, como el sacerdote y el levita, seguimos de largo? En el rostro de cada pobre está Cristo esperándonos. No tengamos miedo de salir de nuestra comodidad para ir al encuentro del hermano.
6. PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
- ¿Cómo puedo ser más consciente de las necesidades de los demás en mi vida diaria?
- ¿Qué medios concretos puedo usar para vivir la caridad en mi comunidad?
- ¿Qué obstáculos me impiden reconocer a Cristo en los pobres y necesitados?
7. ORACIÓN DE LOS FIELES
Elevemos ahora nuestra oración confiada, pidiendo a Dios nos conceda la gracia de ser fieles a la misión confiada, a cada petición respondemos. R/. Señor, enséñanos a servirte en los pobres.
Por la Iglesia universal:
Para que, animada por el Espíritu Santo, siga siendo luz y esperanza para los pobres, y testimonio vivo del amor de Cristo a través de su acción evangelizadora y caritativa. Roguemos al Señor.
Por las Hijas de la Caridad:
Para que el Señor fortalezca su misión y renueve su ardor misionero, para que sean siempre signo de esperanza y amor en medio de los pobres, enfermos y marginados. Roguemos al Señor.
Por los pobres y marginados del mundo:
Para que encuentren en la Iglesia y en las personas de buena voluntad la ayuda que necesitan, y experimenten la dignidad y el amor que Dios les tiene. Roguemos al Señor.
Por las familias en situación de vulnerabilidad:
Para que reciban el apoyo necesario para salir adelante y encuentren en nuestras comunidades un lugar de acogida, fraternidad y solidaridad. Roguemos al Señor.
Por los enfermos y quienes sufren en cuerpo y alma:
Para que el Señor les conceda fortaleza, consuelo y sanación, y encuentren en los cristianos manos que los cuiden y corazones que los acompañen con amor. Roguemos al Señor.
Por los jóvenes:
Para que descubran en el ejemplo de las Hijas de la Caridad y en la vida de los santos una inspiración para comprometerse con los pobres y vivir el Evangelio en plenitud. Roguemos al Señor.
Por los gobernantes y líderes del mundo:
Para que trabajen con justicia y generosidad por el bienestar de los más vulnerables, promoviendo políticas que dignifiquen la vida y eliminen la pobreza. Roguemos al Señor.
Por los voluntarios y las obras de caridad:
Para que el Señor bendiga su generosidad, fortalezca su compromiso y multiplique los frutos de su labor al servicio de los más pequeños. Roguemos al Señor.
Por nuestras comunidades cristianas:
Para que seamos capaces de vivir el mandato del amor, saliendo al encuentro de los que sufren y haciendo de la caridad nuestra bandera de vida. Roguemos al Señor.
Por quienes están solos o abandonados:
Para que experimenten la cercanía del Señor y el calor humano a través de nuestra solidaridad y amor fraterno. Roguemos al Señor.
Por los que han fallecido, especialmente los que murieron en la pobreza o en el olvido:
Para que el Señor, rico en misericordia, los reciba en su Reino y les conceda la paz eterna. Roguemos al Señor.
Por cada uno de nosotros aquí reunidos:
Para que renovemos nuestro compromiso con el Evangelio y aprendamos a ver el rostro de Cristo en los pobres, viviendo con alegría la misión que Dios nos encomienda. Roguemos al Señor.
Concluyamos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre Nuestro…
8. CANTO DE MEDITACIÓN
Sugerencia: “Cristo está conmigo” o
9. ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, que en el Evangelio nos enseñas a amar con obras y verdad, te pedimos que sigas inspirándonos a través del ejemplo de las Hijas de la Caridad. Haznos sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y danos la fortaleza para responder con generosidad y alegría. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.