Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.» Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.» Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?» Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.» Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
Homilía
DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
22 de noviembre de 2020
A todos nosotros, a mí el primero, nos encantan las revelaciones sobre cuestiones que tienen que ver con nuestro futuro personal o con el futuro de la humanidad. Incluso yo conozco gente que paga para que les adivinen su suerte o corren detrás de cualquier persona que dice conocer lo que pasará en el futuro.
Pues bien el Evangelio que escuchamos se ajusta perfectamente a todos los que tenemos curiosidad por conocer misterios ocultos. Estamos ante (1) una revelación de parte de Jesús que nos descubre quién es Él realmente, (2) una revelación que nos habla de una realidad oculta en el presente, (3) una revelación que nos da un secreto para una vivir como verdaderos cristianos y (4) una revelación que nos habla de nuestro destino final. Ahondemos en estas 4 revelaciones, una por una:
(1) La primera revelación refresca nuestra memoria sobre quién es Jesús: él es el Hijo del Hombre que vivió nuestra condición humana y con su vida y su enseñanza nos mostró cómo vivir a plenitud nuestra humanidad en medio de las más diversas y a veces adversas circunstancias. El es el Hijo del Hombre del que hablan las Escrituras, aquel bajo cuyo dominio Dios somete todo. Jesús es el Hijo de Dios que aunque vivió entre nosotros como uno más, en realidad goza de una grandeza incomparable, es Dios, y un día lo veremos rodeado de gloria acompañado con todos sus ángeles. Jesús es el Señor y Juez del mundo que tiene la última palabra sobre todo y sobre todos. Jesús es el verdadero Señor y dueño de la vida y de la muerte. Jesús es el Pastor (del que hablan hoy la primera lectura y el Salmo) que vela sobre nosotros y nos acompaña en nuestros caminos. El es el Emmanuel que permanece con nosotros hasta el fin del mundo. Esta primera revelación es una invitación a conocer cada vez más a Jesucristo; seguir sus pisadas, con la certeza de que si seguimos sus huellas saldremos triunfantes en todas las circunstancias que tengamos que vivir; y confiar que lo que le pidamos con fe lo obtendremos.
(2) La segunda revelación nos habla de una realidad oculta en el presente. Jesucristo a quien confesamos como nuestro Dios y Señor, está oculto entre nosotros en su Palabra, en el Pan Eucarístico, en medio de la Asamblea que se reúne para celebrar su nombre. Pero además, y aquí está la revelación del Evangelio de hoy: este Jesús, nuestro Dios y Señor está presente en el pobre. Está presente en todo ser humano que padece necesidad. Este Jesús presente en el necesitado, exige ser servido y socorrido. El hambre, la sed, el desplazamiento forzado por falta de condiciones para una vida digna; la falta del vestido físico o la falta del vestido de la propia dignidad desgarrada, lastimada y a veces asesinada; las cárceles que son síntoma de que algo anda mal entre nosotros; la imposibilidad para muchos de acceder a los servicios médicos, y cualquier otro sufrimiento humano contradicen el plan de Dios para la humanidad. Ya sabemos, porque nos ha sido revelado: ‘donde quiera que haya una persona que sufre es Cristo mismo quien está sufriendo’. Esta segunda revelación, ‘saber que Cristo está presente en los que sufren’, es una fuente de ingenio para nuestra caridad y derrota nuestra impotencia ante el dolor humano, al saber que en cualquier circunstancia adversa, Dios se sufre con nosotros, se compadece de nosotros, y viene en nuestra ayuda.
(3) La tercera revelación, nos da un secreto para vivir como verdaderos cristianos: ‘amar al pobre es amar a Cristo’. Qué más deseamos nosotros como cristianos sino agradar a Dios y servirlo en Cristo nuestro Señor. Pues bien si queremos vivir de veras como cristianos hemos de tener en cuenta que Cristo quiere y exige ser socorrido en el necesitado, viva lejos o cerca, sea de la propia sangre o no, conocido o desconocido, decente o indecente, agradable o desagradable, agradecido o desagradecido. A nosotros los cristianos nos corresponde involucrarnos e involucrar a muchos en la corriente de amor que emana del Padre Celestial hacia su Hijo Jesucristo que sufre en las personas que padecen necesidad. Si creemos esta revelación, cada acto de amor nuestro hacia cualquier ser humano necesitado se convertirá en un acto sobrenatural, en un acto de adoración a Dios que sufre con los que sufren. Y como consecuencia encontraremos la audacia, el ingenio, la fuerza y el amor suficientes para socorrer a quien esté en necesidad.
(4) La cuarta revelación nos habla de nuestro destino final. A todos se nos da a conocer hoy que somos “Hijos Benditos del Padre Celestial” la prueba de que somos hijos es que vivimos en fraternidad y solidaridad con cualquier ser humano que pasa necesidad, como nuestro Padre Celestial que “hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos. (Mt 5,45). Y como “Hijos Benditos del Padre Celestial”, que vivimos como tales no tenemos nada que temer: nuestro pasado no existe ante los ojos de Dios; nuestro presente lo vivimos bajo la misericordia divina; y nuestro destino final, está en las manos de Dios que nos espera en la fiesta de su casa; para nosotros ha sido destinada la dicha para estar siempre en la presencia de Dios. Como consecuencia de esta cuarta revelación de que somos “Hijos Benditos del Padre Celestial”, nos queda vivir la vida en solidaridad con los sufridos de la tierra, para evitar perder la dicha que Dios nos ha reservado desde el comienzo del mundo, estar para siempre en su presencia.
Que esta revelación que nos ha presentado Nuestro Señor en el Evangelio de hoy: (1) avive nuestro amor a Jesucristo a quien confesamos como nuestro Dios y Señor; (2) supere la impotencia que podamos sentir ante algún sufrimiento humano, sabiendo que cuando alguien sufre, Dios se hace presente de alguna manera; (3) nos mantenga activos en la caridad sirviendo a los necesitados como si sirviéramos a Cristo mismo; (4) nos haga vivir tranquilos en este mundo sabiendo que nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro están a buen seguro en las manos de Dios, cuando nos decidimos a vivir como Hijos suyos Benditos, viviendo en solidaridad con los necesitados.