Aunque el Derecho Canónico ya presenta una serie de recomendaciones para evitar que los sacramentos se conviertan en un negocio (simonía) y pide a los sacerdotes celebrar los sacramentos aunque el oferente no tenga el dinero suficiente, un nuevo documento del Vaticano pide ser más reales.
El nuevo documentos de la Congregación para el Clero, publicado el 20 de julio de 2020, en el último capítulo presenta la cuestión de los aranceles de los sacramentos, aunque de entrada sabemos que el sacramento es gratuito.
Los comentarios están divididos, para unos es justo, sobre todo para las parroquias en zonas pobres o misioneras, donde muchas personas no pueden acceder a los sacramentos por los costos que encuentran de frente en los despachos parroquiales. Pero para otros, muchas personas quieren no pagar nada por el sacramento, mientras que invierten unas cantidades exageradas en los arreglos y en últimas palabras «la fiesta».
Pero lo que realmente nos debe preocupar es: 1. ¿El para qué las personas buscan los sacramentos? ¿Un evento social, un requisito, un mero rito sin sentido en sus vidas? 2. ¿El para qué celebra un ministro un sacramento? ¿Para lucrarse, para entregar resultados a su ordinario, o para verdaderamente evangelizar?
Ojala esto sirva para recuperar el espíritu y verdadero sentido de la celebración de los sacramentos y que por fin se acabe la vergonzosa lista de precios que se encuentran en muchos despachos, ofreciendo sacramentos como si fueran el menú o el catálogo de una empresa de eventos y fiestas.
El documento, enfatiza que los sacramentos no pueden quedar sujetas a los aranceles, negociación o comercio.
A continuación el último capítulo de manera integra:
XI. Ofrendas por la celebración de los Sacramentos
- Un tema relacionado con la vida de las parroquias y su misión evangelizadora se refiere al estipendio ofrecido para la celebración de la Santa Misa, destinado al celebrante, y de los otros sacramentos, que, en cambio, corresponde a la parroquia[177]. Se trata de una ofrenda que, por su naturaleza, debe ser un acto libre por parte del oferente, dejado a su conciencia y a su sentido de responsabilidad eclesial, no un “precio a pagar” o una “contribución a exigir”; como si se tratara de una suerte de “impuesto a los sacramentos”. En efecto, con el estipendio por la Santa Misa, «los fieles […] contribuyen al bien de la Iglesia, y […] participan de su solicitud por sustentar a sus ministros y actividades»[178].
- En este sentido, resulta importante sensibilizar a los fieles, para que contribuyan voluntariamente a las necesidades de la parroquia, que son “suyas propias” y de las cuales es bueno que aprendan espontáneamente a responsabilizarse, de modo especial en aquellos países donde el estipendio de la Santa Misa sigue siendo la única fuente de sustento para los sacerdotes y también de recursos para la evangelización.
- Esta sensibilización podrá ser tanto más eficaz cuanto más los presbíteros, por su parte, den ejemplos “virtuosos” en el uso del dinero, tanto con un estilo de vida sobrio y sin excesos en el plano personal, como con una gestión de los bienes parroquiales transparente y acorde no con los “proyectos” del párroco o de un reducido grupo de personas, tal vez buenos, pero abstractos, sino con las necesidades reales de los fieles, sobre todo los más pobres y necesitados.
- En todo caso, «en materia de estipendios, evítese hasta la más pequeña apariencia de negociación o comercio»[179], teniendo en cuenta que «se recomienda encarecidamente a los sacerdotes que celebren la Misa por las intenciones de los fieles, sobre todo de los necesitados, aunque no reciban ningún estipendio»[180]. Entre los medios que pueden permitir alcanzar este objetivo, se puede pensar en la recepción de ofrendas de forma anónima, de modo que cada uno se sienta libre de donar lo que pueda, o lo que considera justo, sin sentirse obligado a corresponder a una expectativa o a un determinado precio.
Nos alegra mucho, que estos tiempos que vivimos , en los que acompañamos a la gente, en la vivencia de una realidad tan única, para nosotros como generación, la iglesia, inspirada por el servicio, sobre todo a los mas necesitados, nos ofrezca documentos tan ricos en contenido doctrinal, tan necesario a poner en practica y que bien sabemos, era muy necesario para nuestro ministerio, sobre todo los ejercemos la cura de almas. Dios les bendiga. P. Carlos