Presentamos con mucho Gozo la Novena a Jesucristo Evangelizador de los Pobres, orando por el fin de la Pandemia, puedes descargarla en formato PDF en el siguiente enlace.
NOVENA VICENTINA A JESUCRISTO EVANGELIZADOR
NOVENA VICENTINA A CRISTO EVANGELIZADOR
APROBACIÓN ECLESIÁSTICA:
P. Diego Luis Vásquez Marín, CM
Visitador Provincial.
CORRECCIÓN Y REVISIÓN:
P. Carlos Arley Cardona, CM
AUTOR Y DISEÑO:
Andrés Felipe Rojas, CM
INTRODUCCIÓN
Con mucho gozo presentamos desde Corazón de Paúl esta edición especial de la Novena a Jesucristo Evangelizador, pidiendo el fin de la pandemia y todo el impacto negativo que la cuarentena ha producido en las personas y la sociedad, donde los menos favorecidos son los más afectados. Los pobres se hacen más pobres y aquellos que andan sumergidos en la miseria están llevando la peor parte en esta dolorosa situación.
Sabemos que las desgracias que acontecen en el mundo, no vienen de nuestro Dios, que solo obra por la fuerza del amor y la misericordia. Muchos acontecimientos dolorosos suceden por nuestra mala relación con el mundo, con el prójimo y con nosotros mismos; el mundo lleno de vida responde ante la mano criminal del hombre que día a día va desplazando la vida por “cemento, asfalto, vidrio y metales y privados del contacto físico con la naturaleza” (cfr. Laudato Si, 44).
Esta novena, no promueve la tendencia “milagrosista” a creer que Dios puede intervenir mágicamente sobre el mundo alterando el orden natural de las cosas, sino más bien, un abrir nuestros corazones para cambiar de manera positiva las realidades que nos afectan como cristianos, de entrar en diálogo con Dios para pedirle que obre el mayor milagro en nuestras vidas: la conversión de nuestro corazón.
Lo hacemos a través de estos nueve días, que proponemos concluyan el día 5 de julio, pero que puede ser orada en cualquier otra fecha del año.
Fraternalmente:
Andrés Felipe Rojas Saavedra, CM
Corazón de Paúl.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor Jesús, Maestro de la vida, enséñanos a comprender los signos de los tiempos, danos la audacia y el valor para ser discípulos y servidores de la humanidad, capaces de sanar las heridas del prójimo y cuidar de él siendo misericordiosos como nuestro Padre.
Porque queremos ver, oír y hablar, como aquellos curados del Evangelio, que con el milagro de la vida transformaron su existencia, quedar por fin limpios de la lepra que afecta nuestro corazón y que nos impide abrazar al otro como hermano y hermana.
Mira hoy a la humanidad agobiada por esta enfermedad. Tú conoces muy bien el sufrimiento del mundo, porque sigues aun caminando en él y cargando con nosotros el yugo y el peso de nuestras fatigas.
Te lo pedimos a ti, Jesucristo, evangelizador de los pobres y compañero de camino, que eres Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro y gloria.
ORACIÓN DEL ENFERMO
De San Juan Pablo II (opcional)
Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor, haz visto mis ojos llorar, mi rostro entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la angustia.
Lo mismo que te pasó a Ti cuando, camino de la cruz, todos te abandonaron, hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el amor que Tú nos tienes.
Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a Tus Dolores tienen un valor redentor por mis hermanos.
Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría. Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨. Te pido por todos los que sufren: por los enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.
Señor: haz que estas dolencias que me aquejan, me purifiquen, me hagan más humano, me transformen y me acerque más a Ti. Amén.
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Del Papa Francisco (Fragmento mayo 2020)
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza (…) Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.
Dios te salve….
¡Oh María sin pecado concebida!
*Ruega por nosotros que recurrimos a ti
GOZOS
Estribillo: Tu amor, oh Cristo Evangelizador, nos lleva a anunciarte con pasión (o algún canto adecuado)
Jesús nuestro divino Maestro,
Misionero eterno del Padre,
Que ante tanto sufrimiento
Sea tu cruz el estandarte.
Eres de los hombres
Su más divino ejemplo
Y de Dios misericordioso
Su más humano rostro.
Sentado a la mesa con los pobres
Partes el Pan de vida a quienes
contigo tu existencia compartes.
Seamos hoy nosotros trigo de vida.
Jesucristo Evangelizador,
Tu corazón ardiente y generoso
Entre espinas aun coronado y
En las casas de los pobres aun venerado.
Tú, el pobre de Nazareth,
Del corazón sagrado y luminoso,
Enciende en nosotros el fuego de tu amor
Para encender con audacia la caridad.
Crucificado y Resucitado,
Hermano de los hombres,
Inmarcesible en el tiempo,
Enséñanos la mansedumbre
Que nos hace ser Iglesia.
DÍA 1
Dios Padre, Autor de la vida.
Signo: Unas manos grandes y varios elementos que representen la creación.
Frase: “Dios Padre, danos la capacidad de acoger la vida y ser misioneros como Tu Hijo”
(Se recomienda que para cada día de la novena la frase esté en un lugar visible)
Iluminación Bíblica: Génesis 1, 26- 31
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.» Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
Reflexión:
Iniciamos este primer día de la novena, poniendo la mira en el origen de la creación que nos presenta el libro del Génesis. Lejos de ser una narración histórica o científica, el texto nos pone de manifiesto que la bondad y la hermosura viene de Dios: “que todo lo ha hecho bien”. En dicha narración poética la creación va haciéndose cada vez más compleja, hasta llegar al hombre y la mujer, a quienes ha puesto de administradores “fieles y solícitos” sobre la creación.
No somos dueños de la creación, compartimos con ella la misma suerte, aunque somos diferentes al resto de los seres vivos en nuestra capacidad de tener conciencia sobre sí y de preguntarnos constantemente sobre nuestra relación con Dios, con el mundo y con nosotros mismos; no podemos seguir siendo dominadores y más aún destructores de nuestra “casa común”.
En ella han vivido nuestros antepasados y ella será el hogar de nuestros descendientes. Nunca antes en la historia, la humanidad había llevado al planeta a la orilla del exterminio y de la ambición; el deseo desmedido de riquezas ha hecho que cada vez más los recursos naturales sean arrancados bruscamente de los ecosistemas, llevando así a un ecocidio inimaginable. Dios Padre nos ayude a reconocer en su obra la belleza y el amor que lo inspiró a Él, Divino Arquitecto, a hacerlo todo bien.
Preguntas:
1. ¿Cómo es mi relación con el mundo?
2. ¿Cuál es mi compromiso para transformar mi entorno y hacerlo más amigable?
3. ¿Respeto la creación sin importar su aspecto y su tamaño?
4. ¿Cómo he vivido este tiempo de cuarentena?
DÍA 2
Jesús del lado de los que sufren
Signo: Una imagen de Jesús buen pastor y alrededor varias rostros y nombres de personas.
Frase: “Con Jesús caminamos haciendo Reino de Dios en la historia”
Iluminación Bíblica: Mateo 8, 1-4
Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra.
Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio»
Reflexión:
Jesús es presentado en el Evangelio como el sanador de las dolencias de su pueblo; no es un milagrero ni un curandero, todos sus milagros son manifestación que el Reino de Dios ha llegado y que Dios mismo se encarga del sufrimiento de su rebaño. Él regresa al lado de la comunidad a aquellos desventurados que habían sido considerados impuros y que habían sido arrojados fuera del seno del pueblo elegido.
Para Jesús ninguna dolencia le es indiferente, Él asume incluso el sufrimiento y enseña a sus discípulos a asumir las mismas actitudes de misericordia que Él tiene con quienes encuentra en su camino: “Anda y haz tú lo mismo” (cfr. Lc. 10, 37).
Él quiere limpiarnos, sobre todo de la lepra que cubre nuestros ojos y nos impide reconocer y amar a nuestro prójimo. Durante estos tiempos difíciles de la humanidad, es imposible llevar el nombre de cristiano sin tener la capacidad de enternecerse frente al sufrimiento de mi hermano.
No solo el coronavirus es la enfermedad que afecta a la humanidad, son muchas las plagas y enfermedades que afectan al hombre y la mujer de hoy, muchas de ellas llevan a las personas a ser rechazadas o ser sacadas del núcleo familiar o social, como lo era y lo sigue siendo la lepra en muchos lugares.
Jesús nos enseña a anteponer nuestras seguridades, nuestros deseos individualistas y egoístas, para abrirnos paso a una nueva relación con Dios, que ya no está mediada por sacrificios rituales, pues es la vida restaurada que sirve de testimonio ante los hombres.
Preguntas:
1. ¿Cómo he atendido a los enfermos que encuentro día a día en mi comunidad o familia?
2. ¿He sido comprensivo y atento con quienes tienen a su cargo el cuidado de los enfermos?
3. Si atiendo a los enfermos o hago parte de un centro de salud, ¿Qué tan misericordioso o humano he sido?
4. ¿Defiendo la vida y ayudo a los demás a ser corresponsables con la creación?
DÍA 3
El Espíritu Santo impulsa la Evangelización
Signo: Varias antorchas o imágenes de llamas, imágenes de médicos y personal de la salud.
Frase: “Espíritu Santo renueva la faz de la tierra”
Iluminación Bíblica: Juan 20, 19-23
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Reflexión: (De una homilía de Benedicto XVI sobre Pentecostés, 27 de mayo de 2012)
Con el progreso de la ciencia y de la técnica hemos alcanzado el poder de dominar las fuerzas de la naturaleza, de manipular los elementos, de fabricar seres vivos, llegando casi al ser humano mismo. En esta situación, orar a Dios parece algo superado, inútil, porque nosotros mismos podemos construir y realizar todo lo que queremos. Pero no caemos en la cuenta de que estamos reviviendo la misma experiencia de Babel. Es verdad que hemos multiplicado las posibilidades de comunicar, de tener informaciones, de transmitir noticias, pero ¿podemos decir que ha crecido la capacidad de entendernos o quizá, paradójicamente, cada vez nos entendemos menos? ¿No parece insinuarse entre los hombres un sentido de desconfianza, de sospecha, de temor recíproco, hasta llegar a ser peligrosos los unos para los otros? Volvemos, por tanto, a la pregunta inicial: ¿puede haber verdaderamente unidad, concordia? Y ¿cómo?
Encontramos la respuesta en la Sagrada Escritura: sólo puede existir la unidad con el don del Espíritu de Dios, el cual nos dará un corazón nuevo y una lengua nueva, una capacidad nueva de comunicar. Esto es lo que sucedió en Pentecostés. Esa mañana, cincuenta días después de la Pascua, un viento impetuoso sopló sobre Jerusalén y la llama del Espíritu Santo bajó sobre los discípulos reunidos, se posó sobre cada uno y encendió en ellos el fuego divino, un fuego de amor, capaz de transformar. El miedo desapareció, el corazón sintió una fuerza nueva, las lenguas se soltaron y comenzaron a hablar con franqueza, de modo que todos pudieran entender el anuncio de Jesucristo muerto y resucitado. En Pentecostés, donde había división e indiferencia, nacieron unidad y comprensión.
Pero veamos el Evangelio, en el que Jesús afirma: «Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena» (Jn 16, 13). Aquí Jesús, hablando del Espíritu Santo, nos explica qué es la Iglesia y cómo debe vivir para ser lo que debe ser, para ser el lugar de la unidad y de la comunión en la Verdad.
Preguntas:
1. ¿Cómo sentimos la presencia del Espíritu Santo en estos tiempos de cuarentena y de pandemia?
2. ¿Cuál debe ser mi compromiso como confirmado, para fomentar la unidad y el respeto por lo creado?
3. ¿De qué manera soy corresponsable de la misión que tiene la Iglesia de anunciar el Evangelio?
DÍA 4
María misionera con su Hijo
Signo: Una imagen de la Virgen María, varias estrellas con el nombre de varios países y un cirio encendido.
Frase: “Con María vivimos la ternura y compasión del Evangelio”
Iluminación Bíblica: Lucas 1, 39-47
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador.
Reflexión: Catequesis de San Juan Pablo II (2-X-96)
En el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres, oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.
El evangelista, describiendo la salida de María hacia Judea, usa el verbo anístemi, que significa levantarse, ponerse en movimiento. Considerando que este verbo se usa en los evangelios para indicar la resurrección de Jesús (cf. Mc 8,31; 9,9.31; Lc 24,7.46) o acciones materiales que comportan un impulso espiritual (cf. Lc 5,27-28; 15,18.20), podemos suponer que Lucas, con esta expresión, quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva a María, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a dar al mundo el Salvador.
El texto evangélico refiere, además, que María realiza el viaje «con prontitud» (Lc 1,39). También la expresión «a la región montañosa» (Lc 1,39), en el contexto lucano, es mucho más que una simple indicación topográfica, pues permite pensar en el mensajero de la buena nueva descrito en el libro de Isaías: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios»!» (Is 52,7).
Así como manifiesta san Pablo, que reconoce el cumplimiento de este texto profético en la predicación del Evangelio (cf. Rom 10,15), así también san Lucas parece invitar a ver en María a la primera evangelista, que difunde la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.
La dirección del viaje de la Virgen Santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9,51).
Preguntas:
1. María nos enseña que hay que atender con prontitud las dolencias de nuestro pueblo. ¿Soy consciente de ese ejemplo y soy capaz de seguirlo?
2. Isabel, una mujer anciana, es atendida por María. ¿De qué manera yo me responsabilizo en mi comunidad por aquellos vulnerables y ancianos?
3. ¿Qué enseñanza nos deja la reflexión de San Juan Pablo II?
DÍA 5
La Iglesia hospital de campaña, misionera con Jesús
Signo: Una imagen de la Iglesia (puede ser una caricatura de Fano) y alrededor imágenes de diferentes actividades de la Iglesia y la pastoral social.
Frase: “Los templos abiertos y el corazón del cristiano dispuesto”
Iluminación Bíblica: Mateo 10, 16-22
«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. «Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Reflexión: De una homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 5 de febrero de 2015
“Ésta es la misión de la Iglesia: la Iglesia que sana, que cura. Algunas veces, he hablado de la Iglesia como hospital de campo. Es verdad: ¡cuántos heridos hay, cuántos heridos! ¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Ésta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”.
“Es verdad, nosotros debemos buscar ayuda y crear organizaciones que ayuden en esto: aquello sí, porque el Señor nos da los dones para esto. Pero cuando olvidamos esta misión, olvidamos la pobreza, olvidamos el fervor apostólico y ponemos la esperanza en estos medios, la Iglesia lentamente cae en una ONG y se transforma en una bella organización: potente, pero no evangélica, porque falta aquel espíritu, aquella pobreza, aquella fuerza para curar”.
“…no les dijo: ‘pero ustedes son grandes, en la próxima salida organicen mejor las cosas…’ Solamente les dice: ‘Cuando hayan hecho todo lo que deben hacer, díganse a sí mismos: somos siervos inútiles’. Éste es el apóstol. ¿Y cuál sería la gloria más grande para un apóstol? ‘Ha sido un obrero del Reino, un trabajador del Reino’. Ésta es la gloria más grande, porque va en este camino del anuncio de Jesús: va a curar, a custodiar, a proclamar este buen anuncio y este año de gracia. A hacer que el pueblo encuentre al Padre, a llevar la paz al corazón de la gente”.
Preguntas:
1. ¿Hago parte de esa Iglesia en salida que se desacomoda, que busca abrir las puertas para recibir a los enfermos y cansados de este mundo?
2. ¿Sigo siendo en mi comunidad parroquial o mi comunidad religiosa ese fariseo que se pone delante para recriminar que se hacen las cosas mal pero no soy capaz de ser agente de cambio?
3. ¿Estoy comprometido para ser un servidor del Reino de Dios en medio de los grandes problemas del mundo?
DÍA 6
Los Santos a ejemplo de Jesús Evangelizador
Signo: Varias imágenes de Santos que se hayan distinguido por la caridad. Se puede recrear con algunos elementos el pasaje del buen samaritano.
Frase: “Ellos vivieron solo por Jesús, nosotros seguimos su ejemplo”
Iluminación Bíblica: Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.»
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. «¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»
Reflexión: Ángelus Papa Francisco del 14 de junio de 2019
No es casualidad que Jesús elija precisamente a un samaritano como personaje positivo de la parábola. De este modo, quiere superar el prejuicio, mostrando que también un extranjero, incluso uno que no conoce al Dios verdadero y que no va a su templo, es capaz de comportarse según su voluntad, sintiendo compasión por el hermano necesitado y ayudándolo con todos sus medios a disposición.
Por ese mismo camino, antes del samaritano, ya habían pasado un sacerdote y un levita, es decir, personas dedicadas al culto de Dios. Pero, viendo el pobre en el suelo, habían seguido adelante sin detenerse, probablemente para no contaminarse con su sangre.
Habían puesto antes la regla humana del culto al grande mandamiento de Dios, que quiere sobre todo la misericordia. Jesús “propone como modelo al samaritano, que amando al hermano como a sí mismo, demuestra amar a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas, y expresa al mismo tiempo una verdadera religiosidad y una plena humanidad”
Preguntas:
1. ¿Soy capaz de reconocer la bondad y el amor que otros tienen, aunque no profesen mi misma fe?
2. ¿Cuántas veces he antepuesto mis creencias para no ayudar a alguien que lo necesita?
3. ¿En qué momentos de la vida he sido como el buen samaritano o como aquel que fue víctima de los asaltadores?
4. ¿Cómo puedo hoy entender esta parábola en medio de la cuarentena?
DÍA 7
San Vicente de Paúl y Jesucristo en la persona de los Pobres
Signo: La Imagen de San Vicente de Paúl, el nombre de nuestros familiares enfermos o las fotografías de algunos enfermos.
Frase: “El servicio a los pobres garantía de eternidad y gozo temporal”
Iluminación Bíblica: Mateo 25, 34-40
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.» Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, ¿y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, ¿y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?»
Y el Rey les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.»
Reflexión: De las conferencias de San Vicente de Paúl a los misioneros (XI, 725).
No hemos de considerar a un pobre campesino o a una pobre mujer
según su aspecto exterior, ni según la impresión de su espíritu, dado que con frecuencia no tienen ni la figura ni el espíritu de las personas educadas, pues son vulgares y groseros. Pero dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre; él casi ni tenía aspecto de hombre en su pasión y pasó por loco entre los gentiles y por piedra de escándalo entre los judíos; y por eso mismo pudo definirse como el evangelista de los pobres: Evangelizare pauperibus misit me. ¡Dios mío! ¡Qué hermoso sería ver a los pobres, considerándolos en Dios y en el aprecio en que los tuvo Jesucristo! Pero, si los miramos con los sentimientos de la carne y del espíritu mundano, nos parecerán despreciables.
Preguntas:
1. San Vicente nos invita a tener una mirada distinta hacia los que sufren y los vulnerables ¿Cómo veo yo a mi hermano que sufre?
2. ¿Qué estigmatizaciones siguen reinando en mi vida que me impiden vivir mi compromiso cristiano?
3. ¿Qué significa para mi el texto del Evangelio que hemos escuchado?
4. En el sacramento de la reconciliación, ¿Me confieso de esos pecados que van contra la justicia y la caridad?
DÍA 8
El Carisma Vicentino y la misión Evangelizadora
Signo: Los escudos de algunas de las ramas de la Familia Vicentina, una imagen de un reloj grande y el mundo.
Frase: “Nuestro carisma se hace vivo cuando compartimos con otros nuestra fe en Jesucristo”
Iluminación Bíblica: Lucas 12, 49-56
«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
«¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.» Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: «Va a llover», y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: «Viene bochorno», y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?
Reflexión:
Estamos terminando nuestra novena, y nos encontramos con el texto del Evangelio que nos pone a reflexionar sobre nuestro estar en el mundo. Comprendemos cómo funciona muchas veces la naturaleza, sabemos los tiempos de la cosecha, se predice hoy con más precisión los días soleados y los días lluviosos; se sabe cuándo pasarán los huracanes y se sabe con mucha exactitud dónde ocurren los sismos y cuándo pueden llegar otros. Pero ¡Cuánto nos falta comprender al ser humano!
Las ciencias que estudian al hombre, siguen en un intento fallido por agrupar a todos los seres humanos en unos parámetros idénticos, la globalización ha quitado, en muchos lugares, la singularidad cultural del hombre y la mujer de hoy.
Esa necedad del hombre de todos los tiempos, puede exasperar hasta al mismo Señor, que desearía que todo el mundo ardiera de amor y entendiera por fin el mensaje que conduce al Reino de Dios, pero Él sabe que muchos se resisten a su mensaje, que prefieren seguir viviendo en sus propias seguridades y conceptos individualistas,
Estamos llamados a estar vigilantes ante los signos de los tiempos que nos revelan el tiempo de Dios, el Kairos, el paso del Señor en nuestra vida, la oportunidad única de cambiar nuestras vidas. Estos tiempos que vivimos como humanidad nos deben hacer pensar qué tan bien estamos haciendo las cosas.
Preguntas:
1. ¿Qué significa para nosotros los signos de los tiempos?
2. ¿Somos predicadores de la esperanza o por el contrario seguimos siendo predicadores del fatalismo y la desgracia?
3. ¿Qué entendemos por esperanza cristiana y de qué manera soy capaz de alentar a otros a vivir en el amor de Dios?
DÍA 9
Compartir la Misión con Jesús
Signo: Un barco, representaciones de un mar agitado, la imagen de Jesucristo en el centro, el Cirio Pascual encendido en el centro.
Frase: “Con Jesucristo Evangelizador anunciamos al mundo su mensaje en medio de las tormentas”
Iluminación Bíblica: Lucas 4, 16-21
Vino a Nazareth, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»
Reflexión: Del mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco para la Pascua 2020
En estas semanas, la vida de millones de personas cambió repentinamente. Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía. Pero también es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo. Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas.
Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria. Considerando las circunstancias, se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten —por parte de todos los Países— las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres.
Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. Entre las numerosas zonas afectadas por el coronavirus, pienso especialmente en Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial, este continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado.
Preguntas:
1. ¿Cómo ha cambiado mi vida después de esta cuarentena?
2. ¿Siento que me he hecho más humano frente al sufrimiento de los demás?
3. Cuando todo termine, ¿Qué pienso que debe cambiar?
4. ¿Qué enseñanza nos dejó esta novena?
ORACIÓN FINAL
Al Sagrado Corazón de Jesús
Oh Corazón de Jesús, que desbordas de amor por nosotros, hoy te suplicamos, que nos enseñes el valor de ser para los demás donación, entrega y alimento, como lo eres Tú.
Queremos transparentar tu luz gloriosa y santa que nos saca de la oscuridad del individualismo y nos devela el egoísmo que reina en las oscuridades de nuestro mundo.
Queremos señalar tu camino, angosto pero lleno de esperanza, no queremos estar sentados o a la vera de la calzada, queremos compartir contigo nuestro destino, abrazando y levantando al caído y desamparado.
Queremos enseñar tu verdad, capaz de despertar en nosotros la conciencia de ser verdaderos humanos y alentar a otros a asumir sus compromisos cristianos, para edificar el Reino de amor de nuestro Padre.
Queremos ser Eucaristía para alimentar a otros con la savia de la esperanza y sentirnos trigo en manos de nuestro amado Padre, que nos reúne como sus hijos en su augusto y eterno seno.
Y, finalmente Señor, queremos ser vida y comunicar a otros la esperanza, para que ninguna periferia se prive de ese anuncio gozoso del Evangelio, para que nuestros corazones latan en sintonía con el tuyo. Amén.