Reflexión Beato Marco Antonio Durando, CM

Reflexión Beato Marco Antonio Durando, CM

B. MARCO ANTONIO DURANDO, C.M… UN HIJO DEL SEÑOR VICENTE QUE ”HIZO LO RECTO ANTE LOS OJOS DEL SEÑOR” i

Por: Padre Marlio Nasayó Liévano, CM

El 10 de diciembre de 1880, cansado por el peso de los años y de su larga vida misionera terminaba su andadura terrena, quien con justa razón llegó a ser denominado “el San Vicente de Paúl de Italia”.

Su rica personalidad y santidad rebosaron los límites de nuestra Familia, su figura fue resplandeciente en Turín, en Italia y el eco de su voz llegó hasta las remotas misiones de China, Siria, Abisinia y hasta los Estados Unidos de América.

Detengámonos brevemente en algunas vertientes de su exuberante caudal misionero:

1. Un joven rico que optó por entrar en una familia misionera pobre y para los pobres: Sintiendo en su corazón la llamada hacia el sacerdocio, tocó las puertas de los hijos de San Vicente, pues comprendió que su llamado debía responder a una vocación más universal; pronto encontraría la respuesta a sus deseos al leer al Fundador: “…Por tanto, nuestra vocación consiste en ir, no a una parroquia, ni sólo a una diócesis, sino por toda la tierra; ¿para qué? Para abrazar los corazones de todos los hombres, hacer lo que hizo el Hijo de Dios, que vino a traer fuego a la tierra para inflamarla de su amor. ¿Qué otra cosa hemos de desear, sino que arda y lo consuma todo?…”ii

Pero siendo esta su motivación, los superiores vieron pronto que su salud no tenía las condiciones necesarias para partir a las misiones lejanas, pero esto no fue impedimento para realizar su vocación misionera: fundó un colegio para vocaciones misioneras, buscó recursos económicos para apoyar los proyectos apostólicos y sobremanera motivó y envió a varios de sus misioneros a estas tierras lejanas. Pero, no hemos de olvidar que su trabajo no se redujo a la administración provincial, sino que él mismo no dosificó esfuerzos, pues según sus responsabilidades con alegría y sacrificio salía a evangelizar a los pobres en las misiones populares.

2. Un misionero de corazón grande y mano férrea: Cuando sólo tenía 36 años llegó a ser Visitador de los Vicentinos del norte de Italia y así hasta su muerte. Como buen hombre de Dios poseyó la virtud de la suavidad, de la mansedumbre, de la humildad, pero también las de la fortaleza y severidad, y como es muy humano, las segundas gustaron menos que las primeras. No le importó la impopularidad, llegando hasta expulsar de la Congregación a misioneros inobservantes y con espíritu mundano.

Tal firmeza se dio con no menos altura con las Hijas de la Caridad, a quienes introdujo desde su cuna hasta el norte de Italia, dándoles un nuevo vigor y desplegando una red de trabajo al servicio de los pobres, con las obras que se llamaron las Misericordias que serían en el Turín del siglo XIX, lo que fueron en el París de San Vicente las Caridades. Y no es exagerado decir que las Hijas de la Pasión de Jesús de Nazaret, llamadas luego más sencillamente Hermanas Nazarenas, fue la «obra de su corazón»; hermanas dedicadas a atender a los enfermos en sus domicilios.

3. Un misionero con el don de consejo: La tarea del P. Durando en Turín, como consejero y director de conciencia, fue muy amplia y de gran estima. El arzobispo, el rey Carlos Alberto, personalidades eminentes, todos acudían a él en busca de consejo y orientación. La Casa provincial llegó a ser epicentro para el clero turinés y piamontés: allí en ambiente de recogimiento y oración, se aconsejaban y tomaban grandes decisiones con su sabia orientación.

Nuestro hermano vivió rodeado de celebridades extraordinarias como San Benito José Cotolengo, San José Cafasso, San Juan Bosco, San Leonardo Murialdo, el Beato José Allamano…y en medio de ellos desplegó un rol importantísimo en medio de la sociedad y de la Iglesia. Bástenos afirmar que en las exequias celebradas con motivo de su muerte se hicieron públicos algunos servicios particulares inéditos: por ejemplo, que Monseñor Fransoni, arzobispo de Turín, se hubiese dirigido al Padre Durando para la revisión de las Reglas de los Salesianos de Don Bosco y del Instituto de Caridad fundado por el Beato Antonio Rosmini.

4. Un misionero cuya luz que no se apaga: Si la Iglesia coloca en los altares a misioneros como el Padre Durando, no es para exaltar el ego de una región en especial, y en nuestro caso para enorgullecernos nosotros sus hermanos de Comunidad, y disfrutar de la sombra de su árbol frondoso y de sus frutos jugosos, sino como un arquetipo asequible para quienes hemos llegado a la familia donde él se santificó.

La vida, misión y entrega del B. Marco Antonio Durando es:

– Luz: Para quienes tocan tímidamente las puertas de la Congregación, y quieren encontrar en ella una familia santa, que les ayude a trabajar desde los inicios en su propio camino de santidad.

– Luz: Para los misioneros jóvenes que aún destilan el óleo de su unción sacerdotal, y la de aquellos que gozan las mieles de su consagración misionera.

– Luz: Para los misioneros que reciben misiones especiales como Visitadores o Directores…u otros menesteres en la Compañía, a quienes él les muestra su respectiva misión no como poder y culto a la personalidad, sino como humilde servicio para construir el reino de Cristo entre los pobres.

– Luz: Para los misioneros “cansados por el peso del día y el calor”iii que con fe y esperanza gozan de su larga y meritoria vida, y ahora esperan “la corona inmarcesible de la gloria”iv.
Oh Dios, que has santificado al beato Marco Antonio Durando, mediante la contemplación de la Pasión del Señor haciéndolo resplandecer por el don de consejo y por la solicitud hacia los pobres y los enfermos, concédenos que, siguiendo las enseñanzas del Evangelio, con su ejemplo e intercesión, te amemos con amor de hijos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

________________
i Ex.15,25-26.
ii SVP.XI,552-553.
iii Mt.20,12.
iv St.1.12.

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