Por: P. Marlio Nasayó Liévano, CM
En este año 2019 se cumplen 100 años de la Carta Apostólica Maximum Illud del Papa Benedicto
XV. Para celebrar este centenario, el Papa Francisco ha convocado un Mes Misionero Extraordinario (MME) en este octubre. Con él, el Santo Padre quiere despertar la conciencia de la misión ad gentes y retomar con nuevo impulso la responsabilidad de proclamar el Evangelio de todos los bautizados.
En el mundo hay actualmente 194 países soberanos (países reconocidos por la ONU). La F.V. está presente en cerca de 160 de ellos. Todo indica que el espíritu de San Vicente de Paúl abarca la casi totalidad del mundo.
¿Qué podemos hacer nosotros para dar nuestro aporte en la evangelización de los pobres? Son muchos los caminos que tenemos entre manos: la disponibilidad misionera para acudir a los llamados del Papa y del Superior General, el aporte económico y la oración continua y fervorosa entre otros.
Ofrezco una reflexión para el rezo del rosario, que bien podemos hacer en los Seminarios, en las casas de misión, en las parroquias y en fin en las casas donde entramos para llevar la Nueva de Jesús.
“Oh María ¡Eres nuestra Madre y nos amas como hijos”! Santa Catalina Labouré
1° Misterio. Color verde. Oramos por África.
Este color, nos recuerda las verdes selvas habitadas por nuestros hermanos africanos.
San Vicente en su tiempo, envió misioneros a Berbería y Madagascar. Y los misioneros que sucedieron a los operarios de primera hora como De Jacobis a Abisinia, centenares de nuestros hermanos y hermanas han llegado hasta las selvas tropicales del Congo y muchas otras regiones, entre ríos, lagos y montañas, con no pocas dificultades, para implantar el reinado de Jesús.
Oremos a María misionera, tanto por nuestras misiones antiguas como por las nuevas, donde Misioneros e Hijas de la Cardad siguen abriendo nuevos caminos entre gozos y esperanzas en el corazón de los pobres.
“María es el manantial de “cuyo canal procede toda misericordia”. San Vicente de Paúl. IX.
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2° Misterio. Color rojo. Oramos por América.
El color rojo, simboliza la sangre derramada por los mártires que dieron su vida en la evangelización de este continente.
En 1917, en México Josefa Parra Flores de 25 años y Coleta Menéndez de la torre de 21 años, Hijas de María, prefirieron lanzarme al fuego antes que ser infieles a su castidad. Y en 1993, en Brasil la Beata Lindalva Justo de Oliveira, murió asesinada por ser fiel también a su voto de castidad.
Y en Panamá, el p. Nicholas Van Kleef, c.m. el 7 mayo de 1989, cuando invitaba a la celebración de la Santa Misa, fue asesinado por un soldado del gobierno.
Oremos por nuestros hermanos y hermanas, que sufren el martirio de cada día entre desprecios, persecuciones y calumnias. Que la protección de la Virgen Madre que en su silencio les sostenga y acompañe, para que miren siempre adelante siguiendo la vida dolorosa del Señor.
“María perseveró en medio de todas las dificultades que se le presentaron durante la vida…”.
San Vicente de Paúl. X, 937.
3° Misterio. Color blanco. Oramos por Europa.
El color blanco, nos recuerda a la raza blanca, originaria de este continente y al color de las vestiduras del Papa, que también tiene en él su sede.
San Vicente, tres siglos antes que nosotros, vislumbraba la realidad que vive hoy el Viejo Continente. Oigamos las palabras que pronunció en la conferencia del 31 de agosto de 1646:
«Os confieso que tengo mucho afecto y devoción, así me parece, a la propagación de la Iglesia en tierras de infieles, por la aprensión que tengo de que Dios la aniquile poco a poco aquí, y que nada o muy poco quede de ella de aquí a cien años, a causa de nuestras depravadas costumbres y de esas opiniones nuevas que cunden cada vez más, y por este estado de cosas.»
Oremos por esta viña cansada, que el Señor siga suscitando en ella vocaciones santas como las hubo ayer y las hay hoy. Que como lo rezamos en nuestra oración vocacional mire a la Iglesia y a nuestra familia, hoy, mañana y siempre: “…visita esta viña, llena sus cauces, multiplica sus brotes; renuévala ya que tu diestra la plantó…”
“Recemos a la Santísima Virgen, para que ella pida a su Hijo por nosotros”. San Vicente de Paúl. IX, 733
4. Misterio. Color Azul. Oramos por Oceanía.
Este color nos hace pensar en las miles de islas esparcidas en el Océano Pacífico.
Cuando nuestros veteranos misioneros y hermanas llegaron a estas islas, ya había navegado y pisado tierra la Virgen Milagrosa. Ella les abrió sus brazos en Australia y, hoy en avión, en barco o a pie la Buena Nueva sigue llegando a Fidji, Papua Nueva Guinea, Islas Salomón.
Nuestra oración tenga en esta decena del rosario una intención especial por Monseñor Rolando Delagoza, c.m. obispo en Sileia Alotau, PNG, muy probablemente una de la diócesis más inmensa de este continente, y por el P. Homero Marìn, c.m. que con otros misioneros llegados de diversas latitudes abren surcos apostólicos de la mano de María.
“Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir, sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo…” C.XIV, 126
5° Misterio. Color amarillo. Oramos por Asia.
El color amarillo nos trae a la memoria el Asia, poblado en gran parte por razas de este color.
Ninguna región del mundo ha dado tantos mártires a la Familia Vicentina como el Asia sobremanera China. Como Clet y Perboyre están las mártires de Tiensin y muchos Misioneros Vicentinos e Hijas de la Caridad cuyo rastro se ha perdido, y que sólo están en los anales de Dios como los desaparecidos a partir del régimen de Mao Tse tung.
Cómo no ver aquí el ejemplo luminoso de Monseñor FRANCOIS XAVIER SCHRAVEN, CM y sus 6 cohermanos que murieron quemados vivos en China en 1937, por defender la integridad de muchas niñas y jóvenes que querían ser atacadas por los soldados japoneses.
Oremos por quienes siguen abriendo campos misioneros en China y en otros países donde hemos llegado hace poco como Cambodia. Sri Lanka… La Virgen Milagrosa siga abriendo espacios a los nuevos misioneros en los corazones en estas lejanas misiones.
LETANIAS
Señor ten piedad. Cristo ten piedad. Señor, ten piedad.
Trinidad Santa, modelo de amor.
Santa María, siempre abierta a la voluntad del Padre. Santa María, madre de Jesús evangelizador de los pobres.
Santa María, esposa siempre abierta a las luces del Espíritu Santo. Santa María, única Madre de la Congregación.
Santa María de la Medalla Milagrosa.
Santa María, madre de los que no tienen voz. Santa María, canal de misericordia.
Santa María, virgen caminante en la oscuridad de la fe. Santa María, luz en las tinieblas de la vida misionera. Santa María, consuelo en las luchas de la evangelización. Santa María, consuelo de los pobres y abandonados.
Santa María, alegría en el trabajo cotidiano.
Santa María, madre y guía de nuestras vocaciones vicentinas. Santa María, consuelo en la agonía y en la hora de la muerte. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Oremos:
¡Oh Virgen Milagrosa! Tú has sido desde los inicios de la Congregación de la Misión, nuestra madre y maestra. Tu que has sido constituida como “madre y canal por donde procede toda misericordia”. Ven como siempre lo has hecho, y visita esta viña de tu siervo fiel S.V.P. y haz que el espíritu de nuestra vocación florezca, y así seamos sencillos, humildes, mansos, mortificados y llenos de celo por la gloria de Dios y la salvación del mundo. Madre de la Compañía, ruega por nosotros y por los que vendrán después de nosotros. Amén.
“Oh María concebida sin pecado. Ruega por nosotros que recurrimos a ti”