Centenario de la ordenación sacerdotal de Monseñor Bernardo Botero, CM

Centenario de la ordenación sacerdotal de Monseñor Bernardo Botero, CM

Por: Padre Bernardo Botero Echeverri (Sobrino nieto de monseñor)

Monseñor Bernando Botero Álvarez, CM (1918 – junio 23 – 2018.)

Nacido en Sonsón, Antioquia, el 10 de junio de 1891, Bernardo Botero Álvarez era hijo de Belisario Botero y María Teresa Álvarez, tuvo otros 14 hermanos, de modo que “mamá Teresa” decía que habían sido 5 muertos muy niños, otros 5 para el servicio de Dios y otros 5 para el servicio del prójimo (que fueron los 5 casados).

Es interesante anotar que de los cinco religiosos, cuatro fueron vicentinos: Mons. Bernardo, Dolores (Sor Helena), Cecilia (Sor Margarita) y Sor Cristina; y una salesiana: Sor Josefina. Además entre los cinco casados hubo en cuatro familias al menos un religioso así: de Ignacio era Sor Cecilia Botero Cuvides, religiosa Juanista; de Carolina: Teresa (Sor Carolina), Sor Cecilia y Sor Inés Echeverri Botero, vicentinas y la Hermana Leonor Echeverri Botero Carmelita Misionera; de Germán el Padre Macario Botero Jaramillo, sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín; y de Gabriela Sor Oliva Botero Álvarez, vicentina. Agustín no tuvo hijos. Estamos hablando, entonces, de una de las familias con más miembros religiosos en la historia de Colombia y, naturalmente en la historia de Sonsón, lo que podríamos llamar una familia “levítica” por excelencia.

Pero volvamos a Monseñor Bernardo. Ingresó a los 14 años a la Congregación de la Misión en la Escuela Apostólica de Santa Rosa de Cabal en 1905; en 1910, el 14 de agosto, vistió el hábito religioso, hizo su noviciado y estudios eclesiásticos, y se ordenó sacerdote el 23 de junio de 1918 en Cartago de manos del Excmo. Señor Eladio Perlaza, primer obispo de Cali. Con él se ordenaron también los padres Fidenciano Martínez, Jaime Jaramillo y Camilo Villegas Ángel.

Su primera Misa solemne la celebró en Sonsón del 2 de julio siguiente y fue predicada por el Pbro. Roberto Jaramillo Arango, excelente orador sagrado.

Los dos primeros años de su ministerio los pasó en Santa Rosa de Cabal, luego fue nombrado prefecto de disciplina del Seminario de Tunja. En 1922 regresó a Santa Rosa de Cabal con el cargo de procurador y allí fundó la Congregación de Hijas de María, para difundir la devoción a Nuestra Señora. Durante sus primeros dos años de ministerio adquirió fama de buen predicador y de director de conciencias en el confesonario.

Más tarde fue nombrado Procurador del Seminario de Ibagué y de este cargo pasó a regentar el mismo Seminario hasta que los padres Vicentinos lo entregaron a la diócesis. En octubre de 1938 fue nombrado Rector del Seminario de Tunja que dirigían los Padres de la Misión. Un año más tarde fue elegido para representar en Paris a la comunidad Lazarista en un Consejo General de la comunidad. De regreso a Tunja recibió el nombramiento como obispo de Santa Marta el 7 de julio de 1944 y recibió la ordenación episcopal el 24 de agosto en Bogotá, de manos del Excmo., Señor Carlos Serena, Nuncio Apostólico en Colombia. Fueron obispos coconsagrantes los Excmos.

Señores Crisanto Luque y Gerardo Martínez obispos de Tunja y de Garzón respectivamente. En la ceremonia estuvieron presentes la madre del prelado, sus hermanos: las religiosas y los casados, pero también los jóvenes clérigos Juan Eliseo Mojica, Miguel Medina, Raúl Zambrano Camader y Joaquín Salcedo que, con el tiempo, irían a ser obispos los tres primeros y el cuarto Prelado doméstico de Su Santidad. Pocos días después visitó Sonsón para celebrar su Misa pontifical.

Tomó posesión de la Diócesis de Santa Marta el 29 de Septiembre y, entre sus principales tareas estuvo la de reabrir el Seminario y continuó su construcción. Tuvo tanto éxito que se llenó el Plantel y lo encomendó a los padres Lazaristas. El primer rector fue el P. Juan Felix Londoño y lo siguieron los padres Matías Job y José Manuel Segura.

Impulsó la Acción Católica de forma definitiva y él mismo asistía a las reuniones provocando un gran florecimiento del apostolado laico.

En Santa Marta no existía más parroquia que la Catedral, entonces, creó una segunda la de San Francisco, que después fue consumida por un incendio y debió ser reemplazada por una más moderna. Las parroquias de la Catedral y de Ciénaga, que eran las principales de la diócesis, estaban en manos de los padres agustinos quienes las entregaron al obispo y fueron reemplazados por padres diocesanos al igual que cinco parroquias “del rio Magdalena” que atendían los padres javerianos y también las asumieron los padres de la diócesis. Durante el tiempo que estuvo en Santa Marta escribió 14 cartas pastorales, documentos llenos de doctrina, en los cuales insistía en los deberes elementales del cristiano tales como la confesión, la comunión, el matrimonio sacramental y las vocaciones sacerdotales.

Recorrió varias veces la diócesis y merece mencionarse la que hizo por los caseríos del rio Magdalena en medio de grandes inclemencias por la pobreza e ignorancia de sus pobladores, con recorridos a caballo por falta de vías de comunicación. Revivió la parroquia de Tenerife que en siglos anteriores había sido centro del apostolado de San Luis Beltrán. Su diócesis cubría el Departamento del Magdalena y la actual Diócesis de Ocaña. Allí amplió el Seminario Menor.
Acompañaba a su clero en los ejercicios espirituales de cada año y hacía memorables instrucciones a los sacerdotes las cuales se conservan de su puño y letra.

En 1950 asistió en Roma a la proclamación del Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen como consta en una placa a la entrada de la Basílica de San Pedro donde figuran todos los obispos asistentes.

Durante su permanencia en Santa Marta se ordenaron cuarenta y cinco sacerdotes: cuarenta de sus propias manos y cinco de manos del Obispo Auxiliar que había pedido a la Santa Sede, Mons. Alfredo Rubio Díaz. También ordenó a los Señores Obispos Pedro José Rivera Mejía y Tulio Botero Salazar; fue coconsagrante de los Monseñores Arturo Duque Villegas, Bernardo Arango Henao, Baltazar Álvarez Restrepo y Alfredo Rubio Díaz.

El 29 de mayo de 1956 recibió la noticia de que era promovido a la sede de Pamplona como primer arzobispo y en ella duro tres años. Pero no fue menor su celo apostólico allí. Con inmenso dolor salió de Santa Marta pero Pamplona lo recibió con júbilo y también allí se entregó por sus 67 sacerdotes y los 450.000 fieles de las 52 parroquias. Visitó 14 de ellas. La provincia estaba conformada por las diócesis de Socorro y San Gil, Bucaramanga, Cúcuta acabada de crear y la Prelatura de Bertrania, hoy diócesis de Tibú.

Como se sintiera delicado de salud viajó a comienzos de junio a Medellín para hacerse un tratamiento y, cuando ya estaba en mejores condiciones y emprendía el retorno a su sede arzobispal lo sorprendió la muerte el 28 de junio de 1959.
Sobre su tumba se escribió el siguiente epitafio:

BERNARDO BOTERO ÁLVAREZ
DE LA CONGREGACIÓN DE LA MISIÓN
ANTES OBISPO DE SANTA MARTA
FUE EL PRIMER ARZOBISPO DE NUEVA PAMPLONA
AUNQUE POR BREVE TIEMPO
INSIGNE POR LA PRÁCTICA DE LA BONDAD
EL MANSÍSIMO VARÓN
POSEYÓ LAS MENTES Y LOS CORAZONES DE TODOS:
REPENTINAMENTE PERO PREPARADO
FUE ARREBATADO DE ENTRE LOS VIVOS
EL 28 DE JUNIO DE 1959
A LA EDAD DE SESENTA Y OCHO AÑOS.
DESDE LA BIENAVENTURANZA ETERNA
VELE POR SUS OVEJAS EL PASTOR.

Sesenta años en el Reino de los Cielos.
1959 – 2019.

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