Monseñor Tulio Botero Salazar, CM nació en Manizales el 9 de marzo de 1904. Uno de los grandes misioneros Vicentinos, que fue ordenado obispo el 14 de agosto de 1949, es decir hace 70 años. Una efeméride que no podemos dejar pasar, pues es uno de los obispos más importantes postconciliar de la Arquidiócesis de Medellín y también de la Iglesia en Colombia.
Sus padres fueron Francisco Botero Jaramillo y Maria Francisca Salazar Jaramillo, fue bautizado en la antigua Catedral de Manizales, a los tres días de nacido.
Hizo los estudios primarios con los hermanos maristas y entró a la Escuela Apostólica de Santa Rosa de Cabal de los Misioneros Vicentinos. Ingresó al seminario interno de la Congregación de la Misión el 27 de febrero de 1924 y se incorporó a la comunidad mediante los votos en el año 1926.
Fue ordenado sacerdote en Bogotá por la imposición de manos de monseñor Ismael Perdomo Borrero el 19 de diciembre de 1931.
Fue misionero en Cundinamarca con otro gran misionero Vicentino el padre Nicanor Cid. Su trayectoria misionera comprendió:
- 1934 a 1941 Formador en el Seminario de Popayán;
- 1941 a 1948 Director del Seminario Interno y Director de estudiantes en Bogotá
- 1945 Secretario privado de la Nunciatura Apostólica.
- 1948 Rector del seminario de Tunja.
El 14 de agosto de 1949 fue ordenado Obispo por Monseñor Bernardo Botero Álvarez en Manizales, y nombrado como obispo auxiliar de Cartagena, misión que desempeñó hasta 1952.
Luego fue enviado como Obispo a la recién creada diócesis de Zipaquirá, cuando el papa Pío XII por medio de la bula del 1 de mayo de 1952, lo designó como su primer obispo. Allí se preocupó por la creación del Seminario Conciliar y la casa episcopal.
El 24 de febrero de 1953, abrió el Seminario Menor, al que encomendó para su administración a su querida comunidad, la Congregación de la Misión.
Para solucionar el problema económico de algunos seminaristas, creó la «Fundación San Pío X», y para ayuda del presbiterio creó la «Caja de auxilios del Clero». Su interés por la educación católica lo llevó a apoyar y fomentar la creación de Colegios diocesanos en la mayoría de las parroquias; su amor a María y su deseo por impulsar la piedad mariana hicieron que se organizara el primer Congreso Mariano, en agosto de 1954; por su interés en la formación espiritual de los fieles, estableció una Casa Diocesana de ejercicios espirituales denominada «Casa de María Inmaculada»; impulsó también la fundación del Centro Social San José para la formación integral de los obreros; preocupado por los campesinos creó la «Casa Campesina Parroquial» con estatutos propios.
El 8 de diciembre de 1957 fue designado para la Sede Arzobispal de Medellín, de la que tomó posesión el 2 de febrero de 1958.
Monseñor Botero Salazar participó como padre conciliar en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II. Fue uno de los cuarenta obispos firmantes del Pacto de las catacumbas de Domitila, por el que se comprometieron a caminar con los pobres asumiendo un estilo de vida sencillo y renunciando a todo símbolo de poder.
En Medellín reformó la curia arquidiocesana; construyó el actual edificio del Seminario Mayor en Loreto; permitió a la entrada de varias comunidades religiosas; realizó el tercer Sínodo diocesano.
Estableció 124 parroquias; ordenó 158 sacerdotes personalmente y los demás obispos ordenaron 45 es decir que en su administración se ordenaron 203 sacerdotes. Sorteó la crisis de la década del 1960. Impulsó la facultad de teología en la Universidad Pontificia Bolivariana y permitió que los seminaristas cursaran los estudios en dicha universidad.
En 1979, después de 21 años de estar al frente de la sede episcopal de Medellín, se le aceptó la renuncia por edad. Murió el 1 de marzo de 1981.