VÍSPERAS
Himno
Salve Madre; en la tierra de tus amores,
te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas, flor de las flores,
muestra aquí de tu gloria los resplandores,
que en el cielo tan sólo te aman mejor.
Virgen santa, Virgen pura,
vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía;
Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare
todo mi amor para ti;
más si mi amor te olvidare…
Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare,
tú no te olvides de mí.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1. Todo es hermoso en ti, Virgen María, ni si quiera tienes la mancha del pecado original.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1. Todo es hermoso en ti, Virgen María, ni si quiera tienes la mancha del pecado original.
Ant. 2. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.
Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.
Ant. 3. Tus vestidos son blancos como la nieve, tu rostro resplandece como el sol.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN – Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3. Tus vestidos son blancos como la nieve, tu rostro resplandece como el sol.
LECTURA BREVE Ap. 21, 2-3
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el torno: ”Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios”.
RESPOSORIO BREVE Sab. 29, 1
V/ Te ensalzaré, Señor, *porque me has librado. Te ensalzaré.
R/ Y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. *Porque me has librado. Gloria al Padre. Te ensalzaré.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dios te salve, María, llena de gracia; el Señor está contigo; bendita tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, aleluya.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Que la llena de gracia interceda por nosotros.
Oh Dios, fuente de santidad, que has dado a la Virgen María la participación plena en los frutos de la redención de Cristo,
-concede a tu Iglesia acoger y comunicar fielmente el regalo de la salvación.
La Medalla confiada a santa Catalina recuerda a la Virgen María, asociada de modo singular a la obra de la Redención,
-haznos colaboradores de la novedad evangélica, empeñados en la promoción y salvación del hombre.
Tú que hiciste a María, sierva fiel, siempre atenta a tu Palabra,
-haznos, también a nosotros por su intercesión, siervos y discípulos de tu Hijo.
Por medio de la Medalla Milagrosa es asegurada la bondad de la gracia que María obtiene a quien confía en ella:
-concede por su intercesión, apoyo a los débiles, consuelo a los afligidos, perdón a los pecadores, y a todos la salvación y la paz.
En María, Madre de Cristo y de la Iglesia, la Familia Vicentina reconoce a su única Madre,
-haz que la amemos fielmente y acojamos siempre su invitación a obedecer a cualquier señal de su Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
acudamos al Padre, diciendo: Padre nuestro…
ORACIÓN
Señor Dios Nuestro, que nos alegras con la abundancia de tu inmensa bondad que se manifiesta en la Inmaculada Virgen María, asociada al misterio de tu Hijo de modo inefable, concédenos propicio que, sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con un corazón libre y fiel sirvamos al misterio de tu redención. Por Nuestro Señor. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.