DE LA SAGRADA MEDALLA MILAGROSA

Fiesta

Hoy se recuerda la aparición de la Santísima Virgen a santa Catalina Labouré el 27 de noviembre de 1830, en París, en la capilla de la Casa Madre de las Hijas de la Caridad. Esta aparición dio origen a la Medalla Milagrosa, y de ella tomó también su nombre la fiesta de la Inmaculada de la Sagrada Medalla, instituida por León XIII, el 23 de julio de 1894.

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Invitatorio, ant.: Celebremos la Inmaculada Concepción de la Virgen María: adoremos a Cristo, su Hijo, el Señor.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Ave, luz mañanera,
puerta santa del cielo,
tú eres de Dios la aurora,
oh, Virgen, Madre del Verbo.

Ave, llena de gracia,
entre todas la bendita.
Tú cambias el nombre de Eva,
pues eres Madre de vida.

Ave, Madre piadosa,
nuestra dulce abogada.
Alumbra las mentes ciegas,
concédenos toda gracia.

Ave, Virgen gloriosa,
casta flor inviolada.
Consérvanos siempre puros,
sé fortaleza del alma.

Ave, Madre clemente,
ave, reina del cielo.
Otórganos ver a Cristo,
cantar en pos del Cordero.

Ave, Madre divina;
ave templo sagrado.
Acepte por tí los ruegos
aquel que vino a salvarnos.

Gloria a Dios trino y uno.
Gloria al Padre y al Hijo
y al Dios que procede de ambos,
honor por todos los siglos.

Ant. 1. María recibió en su concepción la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su Salvador.

Salmo 23 – ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.


Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. María recibió en su concepción la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su Salvador.

Ant. 2. Dios la socorre al despuntar la aurora, el Altísimo consagra su morada.

Salmo 45 – DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Dios la socorre al despuntar la aurora, el Altísimo consagra su morada.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! El Señor te ha cimentado sobre el monte santo.

Salmo 86 – HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! El Señor te ha cimentado sobre el monte santo.

V: Dios Omnipotente me rodeó de virtud.
R: E Hizo mi vida inmaculada

PRIMERA LECTURA- Eclo 24, 1-7; 17-21; 28-29.

La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades: Yo Salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra; habité en el cielo con mi trono sobre columna de nubes; yo sola rodeé el arco del cielo y paseé por la hondura del abismo; regí las olas del mar y los continentes y todos los pueblos y naciones. Por todas partes busqué descanso y una heredad donde habitar. 

Como vida hermosa retoñé: mis flores y frutos son bellos y abundantes. Venid a mí los que me amáis, y saciaos de mis frutos; mi nombre es más dulce que la miel, y mi herencia mejor que los panales. El que me come tendrá más hambre, el que me bebe tendrá más sed. El primero no acabará de comprenderla y el último no podrá rastrearla, pues su pensamiento está más lleno que el mar y su consejo más que el océano.

Responsorio:

R: Venid a mí los que me amáis: *y os contaré cuántas cosas hizo en mí el Señor. 
V: 
Vive el Señor, porque me ha colmado de su misericordia. Y os contaré cuántas cosas hizo en mí el Señor. 

SEGUNDA LECTURA

Relato de las apariciones, escrito por Santa Catalina.

(Cfr. Laurentin-P.Roche, Catherine Labouré et la Medaille Miraculeuse,
Paris, pp. 290-296)

El 27 de noviembre de 1830, el sábado anterior al primer domingo de Adviento, a las cinco y media de la tarde, después del punto de meditación, en medio del gran silencio, es decir, algunos minutos después del punto de meditación, me pareció oír un ruido del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José, como el roce de un vestido de seda. Miré hacia ese lado y vi a la Santísima Virgen a la altura del cuadro de San José. La Virgen estaba de pie, vestida de blanco, con una túnica de seda blanca y resplandeciente, el distintivo de la Virgen, mangas lisas, un velo blanco que descendía hasta el suelo, bajo el velo asomaba su pelo, cabello liso, y encima llevaba un encaje de tres centímetros de altura, sin pliegues, es decir, apoyado ligeramente sobre sus cabellos; la cara al descubierto, los pies sobre un globo, es decir, medio globo o al menos sólo me pareció medio; sostenía en sus manos un globo que representaba la esfera terrestre, sus manos estaban elevadas a la altura de la cintura y sus ojos miraban al cielo.

Su cara resplandecía de belleza, soy incapaz de describirla… Luego, de pronto, descubrí unos anillos en sus dedos en los que iban engarzadas piedras preciosas, unas más bellas que otras, unas grandes y otras pequeñas, que despedían rayos unos más bellos que otros. Los rayos salían de las piedras, de entre los grandes, los mayores se ensanchaban constantemente y de entre los pequeños, los menores se extendían hacia abajo, inundando el suelo, de forma que no podía ver sus pies. En el momento en que la contemplaba, la Virgen bajó sus ojos y me miró. Se dejó oír una voz que trajo hasta mí estas palabras: “El globo que ves representa al mundo entero, especialmente a Francia… Y a cada persona en particular…”. No sé expresar ahora lo experimenté y lo que vi: la belleza y el esplendor, los rayos tan hermosos… ”Simbolizan las gracias que reparto entre las personas que me las piden”. Me hizo comprender qué agradable era rezarle a la Virgen, cuanta generosidad derrochaba hacia las personas que le rezaban… cuántas gracias concede a las personas que las piden, qué alegría siente el concederlas… Entonces me parecía existir y no existir… Yo gozaba, yo no sé…

Un cuadro algo ovalado, se formó alrededor de la Santísima Virgen, y en lo alto del cuadro había escritas estas palabras en letra de oro: “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”. Entonces se dejó oír una voz que me dijo: “Haga, acuñar una medalla con este modelo; todas las personas que la lleven al cuello recibirán grandes gracias, las gracias serán abundantes para las personas que la lleven con confianza…”.

De pronto, me pareció que el cuadro se daba la vuelta y vi entonces el reverso de la Medalla. Inquieta por saber lo que había que poner en el reverso de la Medalla, después de muchas oraciones, un día en la meditación, me ha parecido oír una voz que me decía: “La M y los dos corazones ya dicen bastante…”.

RESPONSORIO Ap. 12, 1; cfr. Is. 61, 10

R/ Un gran signo se vio en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo los pies. *Y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.

V/ La vistió el Señor de las vestiduras de salvación y con manto de justicia; como a una esposa la adornó con sus joyas. *Y sobre su cabeza.

ORACIÓN

Señor Dios Nuestro, que nos alegras con la abundancia de tu inmensa bondad que se manifiesta en la Inmaculada Virgen María, asociada al misterio de tu Hijo de modo inefable, concédenos propicio que, sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con un corazón libre y fiel sirvamos al misterio de tu redención. Por Nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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Por P. Andrés Felipe Rojas, CM

Sacerdote Misionero de la Congregación de la Misión, Provincia de Colombia. Fundador y Director de Corazón de Paúl. Escritor de artículos de teología y espiritualidad para diversas plataformas, así como autor de novenas y guiones litúrgicos dedicados a San Vicente de Paúl, la Virgen de la Medalla Milagrosa, entre otros. Ha dedicado su misión a la evangelización a través de la música y la escritura, utilizando herramientas modernas para hacer accesible y cercana la fe.

Un comentario en «LH Virgen de la Medalla Milagrosa, Oficio»
  1. Muy agradecida a Dios Uno y Trino.y a nuestra Madre Celestial la Virgen de la Medalla Milagrosa por permitirme hacer la Liturgia de las Horas por este medio. Que Dios bendiga esta web. Viva la Medalla Milagrosa. Gracias P.

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