Día 9 de Septiembre
BEATO FEDERICO OZANAM
Memoria
El Beato Federico Ozanam, nació en Milán el 23 de abril de 1813, pasó casi toda su vida en Francia. Fue uno de los fundadores de las conferencias de San Vicente de Paúl para asistir a los pobres. Profesor de la Universidad de la Sorbona, en París, se distinguió por su ciencia, y por medio de la cultura defendió y comunicó las verdades de la fe. Casado, fue buen esposo y padre de familia, e hizo de su hogar una Iglesia doméstica. Vivió siempre en íntimo contacto con Dios, siendo para muchos, modelo de virtudes cristianas. Murió en Marsella, tras larga enfermedad, el 8 de septiembre 1853. Fue beatificado por Juan Pablo II, en París, el día 22 de agosto de 1997.
OFICIO DE LECTURA
SEGUNDA LECTURA
De las cartas del beato Federico Ozanam
(Carta a Luis Janmot, 3 de noviembre de 1836. De las cartas de
Federico Ozanam. Cartas de la juventud, Vol. 1, pp. 243-244)
A los pobres los tenemos delante de nosotros
Los santos eran locos de amor. Su amor sin medida abrazaba a Dios, a la humanidad, y a la naturaleza; y considerando que Dios se había hecho pobre para vivir en la tierra, y que una gran parte de la humanidad es pobre, y que la misma naturaleza en medio de su gran esplendor es pobre por cuanto está sometida a la muerte, ellos, los santos han querido ser pobres; es propio del amor hacerse semejante, en cuanto es posible, a las cosas amadas.
Y nosotros, amigos carísimos, ¿no haremos nada por asemejarnos a los santos a quienes amamos, contentándonos con lamentar la frialdad de los tiempos presentes, mientras cada uno de nosotros lleva en su corazón un germen de santidad que, con sólo quererlo, podría fructificar? Si no sabemos amar a Dios como lo amaban los santos, esto debe ser para nosotros un motivo de reproche, aunque nuestra debilidad podría darnos un motivo de excusa, dado que parece que para amar hace falta ver, y nosotros vemos a Dios sólo con los ojos de la fe, y nuestra fe ¡es tan débil¡ Pero a los pobres, a los pobres que vemos con una mirada humana, los tenemos delante de nosotros, podemos tocar sus llagas con nuestras manos y ver las heridas de la corona de espinas en su cabeza. Siendo así que no podemos menos de creer, debemos postrarnos a sus pies y decirle con el apóstol “¡Señor mío y Dios mío¡” Ustedes son nuestros amos y nosotros sus siervos; ustedes son la imagen sagrada de este Dios a quien no vemos, y, no pudiendo amarlo de otro modo, lo amaremos en su persona. Si en la Edad Media la sociedad enferma no pudo ser curada más que por una gran efusión de amor, sobre todo de parte de san Francisco de Asís; y más tarde nuevos sufrimientos exigieron la intervención de la mano de San Felipe Neri, de san Juan de Dios y de San Vicente de Paúl, ¿qué necesidad no habrá hoy de caridad, de liberalidad, de paciencia para remediar los sufrimientos de la gente pobre, más pobre que nunca, por haber rehusado el sustento del alma precisamente cuando venía a faltarles el sustento material?.
El problema que divide a los hombres de hoy no es de orden político sino de orden social. Se trata de saber quien resultará vencedor, si el espíritu de egoísmo o el espíritu de sacrificio; y de si la sociedad será una sociedad de lucro siempre mayor en provecho de los más fuertes, o de dedicación de cada uno al bien de todos y sobre todo para la defensa de los más débiles. Muchos tienen demasiado y todavía quieren tener más; otros no tienen lo suficiente o no tienen nada, y quieren obtener por la fuerza lo que no se les da. Se prepara una guerra entre estas dos clases y amenaza con ser terrible: de una parte el poder de la riqueza, de la otra la fuerza de la desesperación. Nosotros debemos interponernos entre estas dos partes, si no para impedir el choque, al menos para suavizar la confrontación. Nuestra juventud y nuestra modesta condición pueden hacernos más fácil la tarea de ser mediadores que nuestra condición de cristianos parece exigirnos como obligatoria. He aquí la posible utilidad de nuestra Conferencia de San Vicente de Paúl.
Tú ya has hecho una labor excelente fundando una Conferencia en Roma, donde, guiado por tu extraordinaria intuición, has visitado a los pobres enfermos franceses en los hospitales de esa ciudad. Dios te dará la bendición que ya ha dado a la primera creación: “Crezcan y multiplíquense”. No basta, sin embargo, con crecer; a medida que se extiende la Conferencia, es preciso reforzar la unión de todos con el centro.
RESPONSORIO 1 Jn. 4, 19-21; Rom. 5,5
R/ Amemos a Dios, porque él nos amó primero *Hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su hermano.
V/ El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. *Hemos recibido.
LAUDES
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta del Beato Federico Ozanam.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta del Beato Federico Ozanam.
Himno:
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia.
Amén.
o bien:
Salmos correspondientes al día en el siguiente enlace: aquí.
LECTURA BREVE (1Co 13,4-7)
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
RESPONSORIO BREVE
V/ Dichoso el que cuida del pobre. En el día aciago lo librará el Señor.
R/ Dichoso el que cuida del pobre. En el día aciago lo librará el Señor.
V/ El Señor le hará feliz en la tierra.
R/ En el día aciago lo librará el Señor.
V/ Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Dichoso el que cuida del pobre. En el día aciago lo librará el Señor.
Benedictus, ant.: La señal por la que conocerán que son discípulos míos será que se amen unos a otros.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Benedictus, ant.: La señal por la que conocerán que son discípulos míos será que se amen unos a otros.
PRECES
Elevemos nuestra plegaria al Dios de la misericordia y del amor para que aumente en su Iglesia el celo por la evangelización y el servicio de los pobres, y digámosle confiadamente:
Haznos testigos y mensajeros de tu salvación.
Dios de misericordia, haz que hoy nos entreguemos generosamente a las obras de amor al prójimo,
-para que tu misericordia, a través de nosotros, llegue a todos los hombres.
Tú que nos has hecho partícipes de la misión profética de Cristo,
-haz que anunciemos de palabra y de obra las maravillas de tu amor.
Enséñanos a hacer el bien a todos en tu nombre,
-para que la luz de tu Iglesia resplandezca más y más sobre la familia humana.
Haz que colaboremos en la edificación de un mundo nuevo,
-para que la justicia y la paz de Cristo reinen en toda la tierra.
Perdónanos por haber ignorado la presencia de Cristo en los pobres, los sencillos y los marginados,
-y por no haber atendido a tu Hijo en estos hermanos nuestros.
Envía sobre nosotros tu Espíritu,
-para que nuestra caridad sea auténtica y sin hipocresía.
ORACIÓN
Oh Dios, que suscitaste el bienaventurado Federico Ozanam, inflamado por el espíritu de tu caridad, para promover asociaciones de laicos con el fin de asistir a los pobres, concédenos que, movidos por su ejemplo, observemos tu mandamiento del amor y seamos así fermento en el mundo en que vivimos. Por nuestro Señor Jesucristo.
VÍSPERAS
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
Cuando, Señor, el día ya declina,
quedaos con el hombre, que, en la noche
del tiempo y de la lucha en que camina,
turba su corazón con su reproche.
Disipad nuestras dudas, hombres santos,
que en el alto glorioso del camino
ya dejasteis atrás temores tantos
de perder vuestra fe en el Don divino.
Perdonad nuestros miedos, seguidores
del camino en la fe que os fue ofrecido,
hacednos con vosotros confesores
de la fe y del amor que habéis vivido.
Que tu amor, Padre santo, haga fuerte
nuestro amor, nuestra fe en tu Hijo amado;
que la hora suprema de la muerte
sea encuentro en la luz, don consumado. Amén.
Salmos correspondientes al día en el siguiente enlace: aquí.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 8-9
Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para eso habéis sido llamados.
V/ Seréis discípulos míos, si os amáis unos a otros.
R/ Seréis discípulos míos, si os amáis unos a otros.
V/ Todos lo conocerán por esto.
R/ Si os amáis unos a otros.
V/ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/ Seréis discípulos míos, si os amáis unos a otros.
Magníficat, ant,: Lo que hagan al más pequeño de los míos, a mí me lo hacen. Vengan benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Magníficat, ant,: Lo que hagan al más pequeño de los míos, a mí me lo hacen. Vengan benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.
PRECES
Celebrando la memoria del bienaventurado Federico Ozanam, y recordando su amor a los pobres, dirijamos nuestra oración a Dios, nuestro Padre, y, con el corazón lleno de alegría, digámosle: Enciende, Señor, en nosotros la llama de tu amor.
Infunde tu amor en aquellos que se nutren con el mismo pan de vida,
-para que todos sean uno en el cuerpo de tu Hijo.
Tú que amas a los hombres, haznos solícitos para con el prójimo como tú nos mandaste,
-para que brille más vivamente la luz de tu Salvación.
Ilumina a quienes tienen la misión de hacer las leyes,
-para que en todas las cosas procedan con sabiduría y equidad.
Socorre a quienes sufren discriminación por causa de su raza, color, condición, lengua o religión,
-para que obtengan el reconocimiento de sus derechos y de su dignidad.
Protege a quienes en el mundo se han consagrado al servicio de sus hermanos,
-para que puedan cumplir su tarea con libertad y sin obstáculos.
Que todos los que reconocieron y amaron tu presencia en nuestros hermanos pobres,
-puedan contemplar tu rostro sin velos entre tus elegidos.
ORACIÓN
Oh Dios, que suscitaste el bienaventurado Federico Ozanam, inflamado por el espíritu de tu caridad, para promover asociaciones de laicos con el fin de asistir a los pobres, concédenos que, movidos por su ejemplo, observemos tu mandamiento del amor y seamos así fermento en el mundo en que vivimos. Por nuestro Señor Jesucristo.